M. CASTRO

El grupo francés Delachaux, cuyo principal negocio es el suministro de material ferroviario y que también fabrica componentes eléctricos, equipos para la industria aeronáutica y para la del automóvil, es la multinacional que está intentando comprar la empresa gijonesa KLK Electro Materiales. Las negociaciones comenzaron a mediados del año pasado y se verán aceleradas ahora, tras la decisión de la junta de accionistas de KLK de cambiar el consejo de administración de la empresa, que pasa a estar controlado por el sector más proclive a facilitar información de la compañía a la multinacional gala, paso imprescindible para que Delachaux concrete una oferta económica por la empresa de Tremañes.

El consejo de administración ha sido renovado íntegramente hace unas semanas. El principal accionista de la empresa, Sergio Tamargo Fernández, que posee el 29 por ciento del capital de KLK, ha recuperado la presidencia del consejo de administración de la firma.

Tamargo ya había sido presidente de KLK entre julio de 1991 y agosto de 2005, cuando fue desplazado del cargo por la familia Urquiola, que posee el 22% de las acciones. Desde entonces, el presidente del consejo había sido Juan María Urquiola Permisán, ex presidente de Gas de Asturias y ex consejero de Hidroeléctrica del Cantábrico.

Las familias Tamargo y Urquiola son los accionistas de referencia de KLK Electro Materiales, que cuenta con otro nutrido grupo de socios, principalmente ex directivos o herederos de los mismos, que poseen participaciones accionariales inferiores, del orden del 8 por ciento en el mejor de los casos.

El grupo KLK Electro Materiales está integrado por esta empresa matriz y por las filiales Protecciones Eléctricas (Protelec), Marketing, Ingeniería y Trading (MIT), Rail Aluminothermic Welding (RAW), la francesa Electra KLK Europe (EKE) y la estadounidense KLK USA.

Delachaux formalizó sus intenciones de compra del grupo gijonés en julio del año pasado, mediante el envío a los administradores de KLK de una carta de intenciones, con la que se abrió el proceso de negociación. En este tiempo, la multinacional francesa no accedió a información detallada de la empresa gijonesa, un paso clave para no realizar una compra a ciegas. Las discrepancias entre los socios de KLK también llevaron a los antiguos administradores a encargar informes para valorar la compañía, con vistas a la negociación con Delachaux.