J. M. CEINOS

El 6 de junio de 1944, hace hoy 66 años, el desembarco de un enorme contingente de tropas aliadas en las playas francesas de Normandía fue el comienzo del fin de la Alemania nazi, junto con las ofensivas del Ejército Rojo en el frente oriental. Los gijoneses, como en el resto del mundo, primero se enteraron de la llamada «operación Overlord» (Jefe Supremo) a través de los partes de la radio, pero sería al día siguiente, el miércoles 7 de junio, cuando tendrían amplísima información en los periódicos.

Por ejemplo, el rotativo gijonés «Voluntad» (diario de Falange Española Tradicionalista y de las JONS), que había nacido en 1937 de las cenizas de «El Noroeste», abría su primera plana a todas sus columnas con el siguiente titular: «Ha comenzado la invasión de Europa», mientras que en sumarios escribieron entonces en la redacción de la calle del Marqués de San Esteban, número 11: «Los aliados desembarcaron, en las primeras horas del martes en la costa francesa, entre El Havre y Cherburgo», «Grandes masas de paracaidistas fueron arrojados en la región del Sena» y «Se libran terribles combates y la defensa alemana ha aniquilado a la mayoría de las unidades desembarcadas». Este último tenía como fuente un despacho de la agencia «Efe» fechado en Berlín, que, naturalmente, daba una información proclive al bando alemán.

Y mientras los lectores de «Voluntad» podían ver otra vez una fotografía de Churchill, el antiguo oficial de la caballería ligera británica y entonces primer ministro, tras anunciar en los Comunes el comienzo de la invasión, y otra del estadounidense Eisenhower, comandante en jefe de las fuerzas aliadas en Europa, en el Gran Teatro Jovellanos la compañía de comedia cómica de Puchol y Ozores estrenaba en la ciudad el «graciosísimo juguete cómico en tres actos, original de Pedro Galán y Luis Isabal, titulado "¡Todos detenidos!"».

Tenía su cosa el título de la obra en unos tiempos en los que los arrestos de personas que habían luchado a favor de la República en la Guerra Civil estaban a la orden del día. Sin ir más lejos, el periódico destacaba la «detención de un significado capitoste rojo» en Barcelona por «funcionarios de la Brigada Político-Social».

Lo espeluznante de la noticia iba en el subtítulo, que era el siguiente: «Después de matar a machetazos a sus víctimas, hizo pasar tanques por encima de sus cadáveres para evitar su identificación».

No todo eran informaciones truculentas con las que se encontraron los gijoneses aquel 7 de junio de 1944. Por ejemplo, «Voluntad» publicaba un «interesante avance del programa» de las fiestas de Nuestra Señora de Begoña, «y que concierne al sentimiento caritativo que abriga la Junta de Gobierno» municipal. Entre las iniciativas se contaba la confección de «sendas canastillas para los niños pobres que nazcan en Gijón durante los días 7 al 15 de agosto, fechas en que se celebrará el novenario de Nuestra Señora».

Aunque la noticia verdaderamente curiosa era la del «español que profetizó el momento de la invasión», ahí es nada. Un despacho de agencia fechado en Lisboa el 6 de junio informaba de que el «profeta» había sido «don Luis Aranda, un español que desde la niñez reside aquí, figura muy popular del Chiado (el céntrico barrio lisboeta) y ampliamente conocido en los medios comerciales, especialmente desde nuestra guerra, por haber sido director de Radio Club Portugués».

El autor de la crónica escrita a orillas del Tejo portugués explicaba, a continuación, que había sido en el Chiado donde «al comienzo de la ofensiva de Italia oímos a nuestro compatriota mostrar su convencimiento ante un grupo de españoles y portugueses de que la invasión se produciría al día siguiente de la conquista de Roma por los aliados, y así ha ocurrido». Al parecer, el servicio de inteligencia alemán (la Abwehr), al mando del almirante Canaris, no estaba al tanto de los pronósticos del antiguo director de Radio Club Portugués, y así perdieron la guerra.

Y en la villa y puerto de Gijón, mientras tanto, la primavera de hace sesenta y seis años caminaba hacia su fin regalando a los gijoneses con buen tiempo. El 6 de junio, podemos leer en el número del día siguiente de «Voluntad», fue «espléndido, con mucho sol y una temperatura deliciosa. El termómetro marcaba al mediodía 21 grados. Y el barómetro continúa subiendo».

En cuanto al movimiento demográfico, pues fue escaso. En el Registro Civil sólo se había inscrito un nacimiento, el de José Fernández Medina, aunque en la entonces extensa parroquia de Ceares todavía había «praos» en abundancia. De hecho, en la sección de «Anuncios económicos» (a veinte céntimos por palabra, sin limitación), se insertaba el siguiente: «Vendo pación. Ceares. Finca Valdés».

A principios de junio también comenzaba la temporada de sidra, y entonces, aunque no había controles de alcoholemia en las carreteras, lo cierto es que el parque móvil era más bien escaso. Por ello, en «Voluntad», bajo el expresivo títular «¡Atención, bebedores!», se informaba a los mismos de que «no se olviden de pasar mañana (jueves 8 de junio) por Prendes para saborear la más rica sidra de esta temporada».

El transporte no era problema, puesto que «para trasladarse hay servicio de autocar, con ida y vuelta, que saldrá de la plaza de José Antonio (Para informes, en La Competidora. Travesía Salustio Regueral)». Terminaba el suelto sidrero con estas líneas aclaratorias, por si acaso: «No se trata de negocio la espicha de este tonel, sino un capricho del dueño para darlo a conocer».

Por aquellas fechas también hacía un par de meses que el Sporting (Real Gijón entonces, ya que las autoridades no permitían utilizar palabras extranjeras como, por ejemplo, «restaurant») había ascendido por primera vez a la División de Honor del fútbol español, y el club, publicó entonces «Voluntad», se encontraba «en uno de los momentos más importantes de su vida. Se ha concertado en principio un acuerdo con el Ayuntamiento por el que el Club renuncia a su derecho de rescate del campo del Molinón mientras el Municipio le cede éste en alquiler tan módico que es realmente simbólico, y construirá, en sustitución de la actual de madera, una magnífica grada de cemento con capacidad para varios millares de espectadores».

Junto con la actualidad del Sporting, otro asunto periodístico local destacado -como sigue siendo ahora- en las páginas de «Voluntad» de hace sesenta y seis años era la playa de San Lorenzo. Por ello desde el diario se dejaba claro que «próxima ya la temporada veraniega, conviene no descuidar en lo más mínimo el ornato de nuestra Playa (sic), principal centro de atracción de los millares de forasteros que todos los años nos honran con su agradable convivencia durante la época estival». En las playas de Normandía no había tiempo, entonces, para hacer turismo.