M. CASTRO

El emplazamiento de la plataforma experimental para la obtención de energía eólica marina, el proyecto denominado Seasturlab, que promueve el Cluster Asturiano de la Energía y el Cambio Climático, está generando discrepancias entre algunas de las empresas interesadas en participar en el proyecto. Las discrepancias se derivan del hecho de que el proyecto, siguiendo las directrices de la Unión Europea, intentará integrar la obtención de energía de las olas con la producida por el viento en alta mar, y las condiciones varían en función de las distintas ubicaciones posibles, así como los costes del proyecto.

El proyecto se desarrollará en varias fases creando dos zonas de experimentación. La primera estará a unos dos kilómetros de la costa, con profundidades de 30 a 50 metros y en la misma se podrán instalar artefactos de generación eléctrica que en conjunto sumen 10 megavatios o menos. En la segunda, a unos 20 kilómetros de la costa, con profundidades de 60 a 200 metros y abarcando una superficie de 5 kilómetros cuadrados, se tratará de poner en marcha una «granja» eólica comercial, en la que, por lo tanto, no habrá límitación administrativa a la potencia eléctrica que se pueda instalar.

La mejor alternativa para ubicar el futuro laboratorio marino, desde el punto de vista de los costes de instalación, se encuentra frente al cabo de Lastres, debido a que habría menos gastos para evacuar la energía eléctrica producida a la red general y para conectar el laboratorio a la red de telecomunicaciones.

Esa ubicación es asumible para las empresas interesadas en desarrollar tecnologías aplicables a la construcción y explotación de aerogeneradores marinos, pero no son favorables a la misma otras empresas centradas en la obtención de energía de las olas mediante artefactos flotantes. El problema es que el oleaje es sensiblemente menor en ese emplazamiento respecto al litoral del oeste asturiano, debido al apantallamiento del cabo de Peñas. Estas empresas prefieren que el Seasturlab se instale en el occidente asturiano, en el que además el régimen de vientos también es superior al de la costa oriental. Sin embargo, una mayor altura de las olas exige que los aerogeneradores sean más altos y, por lo tanto, más caros.

La cuestión será tratar de conjugar los intereses de ambos sectores manteniendo la viabilidad económica del proyecto, en la que habrá que valorar los costes de instalación y operación, y también los ingresos, incluidos los procedentes de la venta de la energía generada.

Aunque el Seasturlab gira en torno al desarrollo de tecnologías para los aerogeneradores marinos, la integración de la energía undimotriz (la de las olas) también es relevante. Entre otras cosas, la Comisión Europea ha animado a la industria a investigar la integración de sistemas para extraer energía del oleaje o de las mareas, con los aerogeneradores marinos. Una cuestión que puede tener su peso a la hora de obtener fondos europeos para desarrollar el proyecto Seasturlab, que tratará de conseguir financiación del séptimo programa marco de la Unión Europea para lo cual tendrá que abrirse a la participación, al menos, de empresas y organismos de otros dos países de la UE.

Otro factor que hay que tener en cuenta es que la tecnología para obtener electricidad del viento, el rotor y las palas de los aerogeneradores es una tecnología madura y que se halla fuera de Asturias, mientras que en el campo undimotriz aún no hay una tecnología dominante y hay empresas asturianas que están tratando de desarrollar prototipos.

El Gobierno del Principado también prevé que Asturias aumente su producción energética gracias al oleaje, mientras que la instalación de aerogeneradores es más rentable en los mares norteños, menos profundos.