C. JIMÉNEZ

Los futuros bailarines profesionales de Asturias finalizaron ayer las pruebas de acceso al primer curso de las enseñanzas de danza clásica. Y lejos de lo que cabía esperar, ni eran tantos como en un principio la Consejería aseguró contar ni tenían la edad habitual para este tipo de enseñanzas. Buena parte de los aspirantes son niñas de Primaria que acudían «muy nerviosas» al que era su primer gran examen. Sus familiares alabaron, no obstante, la iniciativa del Principado.

Patricia Martino de la Parte, gijonesa de 9 años, baila desde hace cinco. Su madre y su hermana la acompañaron a las pruebas, orientadas a valorar su vocación y aptitudes. «A mí me gusta mucho la danza», subrayaba la niña a las puertas del centro, minutos antes de exponerse a la valoración del tribunal. Después debería enfrentarse a un examen estructurado en cuatro partes en el que debería demostrar su dominio de la barra; realizar diferentes variaciones en el centro de la sala, acompañda al piano por un profesor; mostrar su capacidad de improvisación sobre un fragmento musical dado y ejecutar diferentes ejercicios de carácter musical para valorar su ritmo y audición.

Catorce de los dieciseis alumnos que presentaron la documentación necesaria para la prueba de acceso a estas enseñanzas fueron pasando por las aulas de la Escuela Superior de Arte Dramático y Profesional de Danza en la Laboral durante la tarde del martes y ayer. Dos de ellos no se presentaron a la convocatoria.

La edad de los aspirantes oscilaba entre los 9 años de los más jóvenes hasta los que rondaban la treintena. «Todos ellos se pueden presentar», explicaba al inicio de la segunda ronda de las pruebas el director del centro y presidente del tribunal examinador, Eladio de Pablos. Hoy mismo se colgará en el tablón de anuncios del centro las actas con el resultado de las pruebas. Casi todos confían en pasar. «Muy mal se le tenía que dar para no pasar. Si hay 15 plazas y algunos no se presentaron el acceso es casi seguro», subrayaban algunas familias.

A Carmen Domínguez le parece todo un acierto la implantación de estos estudios en Asturias. «Más aún para los que somos de Gijón», afirma. Si todo sale bien, a partir del próximo mes de octubre llevará a su hija Teresa Menéndez a las aulas de la ESAD para iniciar las enseñanzas profesionales de danza clásica. La niña, de 11 años, lleva otros dos en una academia de danza española. «Si esto sale adelante, será una maravilla. Está genial, pero me enteré de casualidad de que lo ponían aquí en la Laboral», remarcó la progenitora.

Para los candidatos era requisito indispensable presentarse ante el tribunal con maillot de danza y leotardos, zapatillas de medio punta y el pelo recogido en una coleta o en un moño, para ellas y, para ellos, malla o leotardo también con maillot o camiseta ajustada, zapatillas de danza clásica, y el pelo, si era largo, también recogido. Finalizadas las pruebas de acceso, las clases comenzarán, previsiblemente, en la primera quincena de octubre.