Pablo GALLEGO

Dinero y tiempo. A dos meses para que se cumpla un año del reconocimiento de la Universidad de Oviedo como Campus de Excelencia Internacional (CEI), esos son los dos elementos que condicionan el desarrollo del proyecto «Ad futurum». La crisis económica y unos «costosos trámites administrativos» son, según su rector, Vicente Gotor, las causas de que la nave de la Excelencia no avance tan rápido como buena parte de la sociedad asturiana esperaba. «Todo el mundo sabe que es un proyecto a largo plazo, así que les pedimos paciencia», subraya el rector, «porque nos ha costado mucho llegar hasta aquí».

Pero la petición de Gotor no es sólo para los de fuera. También va dirigida a los miembros de la familia universitaria. En los últimos meses y desde la propia Universidad, algunos docentes e investigadores se mostraron sorprendidos por el «lento» avance de los proyectos. Sobre todo, el de las dos «joyas» del CEI: los «clusters» -término que podría traducirse como «grupo»- dedicados, por un lado, a Biomedicina y Salud, y por otro, a Energía, Medio Ambiente y Cambio Climático, el más avanzado. «Estamos trabajando, pero poco a poco», insiste Gotor.

Parte de esa lentitud se debe, según el rector de la institución asturiana, por la «necesidad» de dotar a los «clusters» de una organización administrativa capaz de ponerlos en marcha. También de la dimisión, el pasado mes de junio, del director de I+D en el vicerrectorado de Investigación y pilar del «cluster» de Energía, Manuel Rico Secades, catedrático de Tecnología Electrónica y docente en el campus de Gijón.

Con los gerentes Enrique Jáimez y Alberto Fernández ya nombrados, «estamos contactando con todos los grupos de investigación implicados en las diferentes áreas», continúa Gotor. Uno de los objetivos de esos contactos, promover la creación de «spin-offs», empresas privadas surgidas al calor de los laboratorios universitarios y capaces de transferir los conocimientos generados por los investigadores -principalmente en las ciencias biomédicas- a la sociedad. Otro trabajo largo. Otro eslabón del proyecto «Ad Futurum» dependiente del dinero y del tiempo.

Junto al tirón científico y tecnológico de los «clusters», dos proyectos en la vanguardia científica de la institución académica asturiana está, según Gotor, el resto de la Universidad. Cada vez que le toca hablar del Campus de Excelencia, el rector no se cansa de repetir que «el plan nos afecta a todos».

Tras la concesión del sello de calidad del CEI en noviembre de 2009-y de los 7,5 millones de euros en créditos «blandos», sin intereses y a devolver en 15 años, que fueron asociados-, la Universidad centró sus peticiones para la convocatoria del CEI de 2010, 410.000 euros, en otras áreas de la institución. Sobre todo, en la adaptación de la Universidad al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) -la docencia del primer curso de la mayoría de los grados empieza mañana- y las Escuelas Internacionales de Doctorado y de Posgrado.

La definitiva puesta en marcha de la Escuela de Posgrado -en la que se integrarán los másteres que, a partir del próximo curso, impartirá la Universidad, y cuyo número definitivo se perfila estos días para que, según el rector, sean «menos, pero más internacionales y de mayor calidad»- fue la primera decisión tomada por el consejo director del CEI asturiano el pasado mes de marzo. Hasta ahora, esa fue la única reunión del máximo órgano de decisión del proyecto «Ad Futurum» que ha trascendido.

Seis meses después de aquel encuentro -y pendientes aún de la primera reunión del Consejo Asesor Internacional, formado por cinco premios «Príncipe de Asturias y siete doctores «honoris causa»- la Escuela Internacional de Posgrado aún no tiene sede. El rector reconoce que, como ya han hecho otras universidades distinguidas con el CEI, la asturiana quiso ubicarla en un edificio «emblemático». De los dos que solicitaron ocupar -uno propiedad del Ayuntamiento de Oviedo, y otro del Principado- obtuvieron un «no» como respuesta. «Lo ideal sería construir uno», añade, «pero no podemos». De la financiación privada, más allá del medio millón de euros donado por el Banco Santander, es difícil hablar: «Sabíamos que era complicado, pero se ha complicado aún más por la crisis». Una vez superados los trámites administrativos, «no hay tiempo para descansar», afirma el rector.