Miriam SUÁREZ

La seguridad de la incineradora que el Gobierno del Principado pretende instalar en Serín no convence a los vecinos de las parroquias gijonesas. Su falta de confianza se puso ayer de manifiesto en la VI Jornada Rural que organiza la Federación «Les Caseríes», centrada en esta ocasión en el polémico horno de residuos. Tras analizar los pros y contras de la instalación, las voces que alertan sobre posibles efectos en el medioambiente y la salud fueron mayoría.

«Deberían tomarse medidas antes de que sea tarde», instaron los más contundentes. Y, si no funciona la presión ciudadana, «habría que exigir que alguien nos fiscalizase esa planta incineradora y que se rebajasen los niveles permitidos de elementos tóxicos», se planteó también como opción.

Las explicaciones del veterinario José Manuel Prendes García no ayudaron a tranquilizar los ánimos: «Estas instalaciones desprenden gases, metales pesados y compuestos de combustión incompleta, que son contaminantes para el medio ambiente, para los animales que ingerimos y, por tanto, para nuestro organismo». El ingeniero Miguel Ángel Llana y el sociólogo Pablo García también ofrecieron su visión sobre la quema de residuos. Aunque los vecinos se quedaron con las palabras relativas a la salud.

«Dicen que la incineradora es de última generación. Pero en esto no hay última tecnología. Los filtros son mejores, pero también es cada vez más compleja nuestra bolsa de la basura. La contaminación cero es imposible», reflexionó uno de los asistentes a la jornada de «Les Caseríes». De ahí que los vecinos de la zona rural aboguen por perfeccionar los medidores de contaminación, para que vayan más allá de la cantidad de polvo que contamina el ambiente y entren minuciosamente en su composición.

La planta incineradora de Serín podrá quemar 450.000 toneladas de residuos sólidos al año. Será la segunda instalación de estas características más grande de España, por detrás de Galicia, y con la misma capacidad que el horno proyectado para la ciudad de Barcelona y su área metropolitana. Antes de que el Principado tome una decisión definitiva, la zona rural considera que «deberían opinar los profesionales de la salud».

Sin dejar de lado la devaluación de los terrenos que podría provocar la proximidad de una incineradora, la Federación «Les Caseríes» pone el foco de atención sobre sus posibles repercusiones medioambientales. «No hay que olvidar que el vértice Gijón, Oviedo, Avilés es una de las zonas con más contaminación de España», se recordó durante el coloquio. «Y, si el día de mañana se empieza a detectar un exceso de dioxinas en la leche que dan nuestras vacas, ¿cerrarían la incineradora o nos cerrarían la explotación?», planteó un ganadero, a medio camino entre la ironía y la preocupación. «Lamentablemente, y sería triste, te cerrarían la explotación», le auguraron los presentes.