A. RUBIERA

Un mes después del inicio del curso en las escuelas y colegios de la región, otro proyecto educativo ha retomado también su dinámica de trabajo continuado. Se trata de la iniciativa singular de un grupo de padres de la ciudad para constituirse como cooperativa escolar y poner en marcha en Gijón un nuevo colegio privado. Un colegio que, si se cumplen las previsiones más optimistas de los impulsores, abriría sus puertas el próximo curso con cerca de medio centenar de alumnos, de edades diversas, y una dinámica de trabajo diferente de la habitual en los centros escolares de la región.

Un colegio en el que se quiere seguir el sistema educativo finlandés, con el interés centrado en las vivencias del niño (sobre todo a través del juego) y no sólo en la consecución de objetivos básicos de aprendizaje; con niños de edades diversas compartiendo las mismas aulas, donde no se programa la actividad por materias y donde, entre otros muchos objetivos, se preste especial atención al desarrollo individual de cada niño, el autoconocimiento, las habilidades sociales y la educación emocional.

Cerca de 60 familias siguen dando impulso a un proyecto que se presentó públicamente el pasado mes de junio y que no pueden permitirse el lujo de perder mucho tiempo en debates que no sean fructíferos, ya que su intención más ambiciosa es poner en marcha el centro el próximo curso. Para ello ya cuentan con un equipo docente básico dispuesto a involucrarse en la iniciativa y que, de hecho, ya está centrado en el desarrollo del proyecto educativo al que deberá dar el visto bueno la Administración educativa asturiana.

También hay ya un primer emplazamiento para el futuro colegio. «Un edificio en una zona del concejo de Gijón, con buena comunicación y con espacios que cumplirían los requisitos básicos que se necesitan para este proyecto», explica Eva Friera, una de las integrantes del movimiento de familias. Los promotores de la iniciativa han descartado la idea de la compra de un solar y la construcción de un colegio propio, tanto por lo que supone de gran inversión inicial como por plazos. De ahí que ahora estén interesados por el alquiler del inmueble con un contrato a largo plazo. «Estamos metidos de lleno en la negociación de ese alquiler, y por eso preferimos ser prudentes a la hora de decir dónde será», comentó Friera, que también insistió en que las familias han rechazado recurrir a fuertes hipotecas o financiaciones extraordinarias. La idea, por tanto, es poner en marcha la cooperativa con las cuotas de aportación inicial que desembolsarían las familias, y que serían del orden de los 3.000 euros por unidad familiar; más las cuotas mensuales que supondría un colegio que, por su carácter privado, no tendría que esperar de la Administración regional nada más que el visto bueno a su actividad y a su proyecto educativo.

Para explicar esas y otras novedades de la iniciativa, y desgranar todos los pasos que se han ido dando y se darán en los próximos meses, los promotores de la cooperativa «L'Andolina» han convocado una reunión de familias interesadas el viernes, a las 17.30 horas, en una de las salas de Cristasa (El Cerillero).