Modista especializado en trajes de novia

María José IGLESIAS

El modista Lorenzo Caprile (Madrid, 1967) visitó ayer Asturias para ofrecer una conferencia en el Pueblo de Asturias. Aunque el título de la charla era «El mundo de la alta costura», Caprile, que estudió en Nueva York y Florencia, aprovechó para dar su particular visión de todo el universo de la moda. En 1993 abrió taller en Madrid y su especialidad son los trajes de novia, siempre a medida. El primero que le aupó a la fama fue el que hizo para Carla Royo-Villanova, esposa de Kubrat de Bulgaria, y luego vino el vestido de la Infanta Cristina. Caprile también ha vestido en varias ocasiones a la Princesa de Asturias.

-Un marco como el Pueblo de Asturias se presta a hablar de tradición indumentaria. ¿Le inspira el traje regional asturiano?

-Lo distingo perfectamente, pero no es mi especialidad. He estudiado bien el atuendo típico de Cantabria por la estrecha vinculación que mantengo con esa comunidad. He veraneado siempre en Laredo y Santander. Conservo alguna pieza en mi taller.

-¿Es un tópico atribuir al norte de España un buen gusto estético en el atuendo?

-No, en absoluto. Es una fama merecida. En el Norte la gente siempre se ha arreglado más. Entre los factores que han influido destaca la cercanía a Francia e Inglaterra.

-¿Qué papel han desempeñado las fortunas indianas en esa evolución estética?

-Los indianos regresaban con una economía saneada que les permitía comprar en París o en Barcelona. Contribuyeron de manera definitiva a introducir nuevas tendencias en Asturias. En cambio, la vestimenta popular se quedó anclada en el pasado.

-¿La alta costura se ha quedado anclada en los viejos tiempos?

-Depende de qué entendamos por alta costura. Si hablamos de los desfiles espectaculares de París, siguen vivos para hacer sonar ciertos nombres y atraer inversiones. A algunas firmas les va muy bien y otras han recortado presupuestos o han cerrado.

-¿Usted capea bien la crisis?

-Los pequeños talleres como el mío disfrutan de una salud excelente a pesar de la crisis. Cuando se casa un hijo la gente no repara en gastos. A todo el mundo le gusta llevar un traje bien hecho y es difícil encontrarlo en una tienda.

-Vivimos entre contrastes?

-Sí. Sobreviven las grandes cadenas de moda barata y pequeños talleres como el mío, para cosas concretas. La gama intermedia está notando más la caída de las ventas porque la gente se va a los extremos.

-Lanvin acaba de sacar una colección para H&M. ¿Le gustaría diseñar para una gran cadena de moda?

-Me encantaría diseñar para una gran cadena. Lagerfeld fue uno de los pioneros, también con H&M. El reciente experimento de Alber Elbaz (director creativo de Lanvin) ha sido un bombazo. No hay más que ver las colas que se forman ante las tiendas donde se vende la colección. Al margen del dinero que te reporta, que a todos nos gusta, sería una grata experiencia.

-¿Poner su nombre en un vestido de 30 euros es vulgarizar la moda?

-Es bastante más vulgar que tu nombre aparezca en unas toallas o en unas sábanas. Los experimentos que hacen H&M o GAP, por poner dos ejemplos, me parecen geniales.

-El jueves inauguró en Madrid una exposición de corpiños de su colección personal. ¿De donde le viene esa fijación por la prenda que se ha convertido en santo y seña de su estilo?

-La exposición muestra piezas antiguas. También hay encajes, velos de novia, bisutería, joyas y tocados. Se muestran piezas muy especiales del siglo XIX. El corpiño me fascina porque es una prenda muy femenina, muy curiosa. Era el cirujano plástico de la época. Ahora la mujer se machaca en el gimnasio o se hace una liposucción. El deseo de transformar el cuerpo siempre ha estado ahí.

-Al ser humano siempre le ha gustado diferenciarse. ¿Por qué?

-Tal vez porque a todos nos atrae ser lo que no somos. Hace dos siglos lo conseguían con caderas postizas, con corpiños o tacones altísimos. El hombre ha cambiado muy poco.

-En 2009 se tomó un año sabático y se fue a Nueva York y Los Ángeles. ¿Se oxigenó?

-Me dediqué a aprender, a ver cómo trabajan otros. En España fue un año muy complicado en el negocio de la moda. Ahora las cosas se van recuperando.

-¿Las tendencias llegan del otro lado del Atlántico?

-La moda se genera en EE UU. Es donde está el dinero, Hollywood y la industria del cine y del rock. Tiene más tirón un vídeo de Beyoncé que cuatro desfiles en París, aunque siempre será París. En Europa ponemos un bonito envoltorio a esas tendencias.

-¿Tiene magia un traje de novia?

-Claro que sí. Todos vamos tan iguales y tan tristes que la boda es el momento ideal para «disfrazarse».

-¿Sigue blogs de moda como The Sartorialist, especialista en captar novedades en la calle?

-Los blogs de moda me parecen un fenómeno curioso. Yo no me inspiro en la calle. Si tuviera que diseñar para una gran marca sí lo haría. Uno de mis últimos proyectos ha sido el vestuario para la obra de teatro «El alcalde de Zalamea», que está en cartel.

-¿Le veremos en Cibeles algún día?

-No. Quienes desfilan en la pasarela de Madrid son compañeros y les respeto mucho, pero en mi caso no tiene mucho sentido un desfile. Mi mejor desfile es hacer todos los vestidos para una boda.

-¿Y a doña Letizia, le está preparando algo?

-No. De todas formas, si fuera así tampoco lo diría.

Encanto florentino

Lorenzo Caprile nació en 1967 en Madrid. Tras estudiar en el Colegio San Estanislao de Kostka se formó en el Fashion Intitute of Technology de Nueva York y en el Politécnico Internacional de la Moda de Florencia. Además, es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad de Florencia.

A partir de 1986 empezó a trabajar para distintas firmas en Italia y España. En 1993 abrió su estudio de alta costura en Madrid, especializado en trajes de novia y ceremonia.