C. J.

El desconocimiento hacia la actividad investigadora en la Universidad, la falta de recursos económicos, los objetivos cortoplacistas de muchas empresas y la dependencia de los proveedores de tecnología son algunas de las barreras que todavía existen para hacer más fluidas las relaciones entre la institución académica y el sector empresarial.

Los primeros contactos establecidos por el grupo de innovación local con las empresas municipales y organismos del entorno de la «milla del conocimiento» señalan que existen también una serie de necesidades tecnológicas para mejorar la atención de las personas con discapacidad, los sistemas de ahorro energético de edificios públicos y el diseño de equipamientos industriales para evitar riesgos laborales, entre otros.

Para intentar aunar el capital humano y las capacidades de los centros de formación que se ubican en este entorno se propone, entre otras ideas, el desarrollo de proyectos fin de carrera, impulsar la difusión de la tecnología en el ámbito de la educación, compartir equipamientos e intercambiar experiencias de consultoría y asesoramiento para evitar externalizar estas labores.