J. M. CEINOS

Uno de los aspectos «menos conocidos del prócer» Jovellanos, en palabras de la alcaldesa de Gijón: su afición a la botánica y las observaciones de geobotánica, centraron ayer las actividades en el Jardín Botánico Atlántico en la jornada dedicada al solsticio de invierno, con la presentación de «La aventura botánica de Jovellanos», un libro escrito por Pachi Poncela y con ilustraciones de Juan Hernaz, que dio paso a una conferencia de Tomás Emilio Díaz González, decano de la Facultad de Biología y director científico del Jardín Botánico Atlántico, en la que reivindicó al ilustrado gijonés como el primer geobotánico o, lo que es lo mismo, estudioso de la distribución de los vegetales sobre la tierra y su impacto en el paisaje.

«La aventura botánica de Jovellanos», que se enviará a los colegios y las asociaciones de vecinos de Gijón, es un libro «que se lee maravillosamente bien, son pocas páginas», reseñó con humor el autor de sus textos. Pachi Poncela aborda el tema con cercanía al autor, tomándose licencias históricas para contar, en forma epistolar, la faceta botánica del ilustrado, al que hace un personaje más accesible para el público.

Por su parte, Juan Hernaz, a través de sus ilustraciones, quiere transmitir, como afirmó, «el valor del cambio de Jovellanos», que «no era un aventurero (en la forma de sus coetáneos expedicionarios como el marino Malaspina), pero sí un aventurero intelectual». En resumen, señaló Juan Hernaz, hacer mención al concepto jovellanista del «valor de la transformación de la realidad a través de las ideas y de la cultura».

Tomás Emilio Díaz, en su turno, destacó de Jovellanos «su extraordinaria capacidad para captar el paisaje». Y lo demostró a través de las cartas del viaje a Asturias de 1794-1796, o cartas a Ponz, con sus observaciones del paisaje y de los vegetales en el trayecto entre León y La Robla. «Jovellanos fue el primero en determinar la frontera biogeográfica entre la región mediterránea y la región eurosiberiana, adelantándose en el tiempo y de forma intuitiva». Una frontera situada en La Robla, la localidad del norte leonés, donde, explicó el director científico del Jardín Botánico Atlántico, cambian las plantas de las propias del clima mediterráneo y seco durante el estío por las propias del clima templado, con agua todo el año, de la llamada «España verde».

La alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, anunció, por su lado, que el Ayuntamiento creará un denominado «Jardín de Jovellanos», con la plantación de diez especies, cada una con las letras que forman el apellido del patricio y que él planeó hacerlo crecer delante de su casa, en Cimavilla. El lugar aún no está elegido, comentó Paz Fernández Felgueroso, pero lo que está claro es que se plantarán un jazmín silvestre, un olmo, una vid, una espinera, un lentisco, un laurel, un abedul, un nogal, un olivo y un sauce de Babilonia, su árbol favorito. Diez letras para el primer apellido de la villa, donde, destacó la Alcaldesa, la concejala de Medio Ambiente, Dulce Gallego Canteli -presente también en el acto- «necesita un decreto de la Alcaldía para talar un árbol y demostrar el motivo».

Bajo un sol radiante también se celebró ayer, en el Jardín Botánico Atlántico, la fiesta de la esfoyaza, que tuvo que ser suspendida a causa del mal tiempo hace varias semanas. Además de la propia labor con el maíz (en la fotografía sobre estas líneas), hubo actuaciones de tonada y de la Coral de Mujeres «Rosario Acuña». En la imagen superior, un momento de la presentación del libro «La aventura botánica de Jovellanos».