Nunca conocí a mi padre. Era, como los protagonistas de este libro, maestro, y como ellos fue asesinado tras el golpe militar del 18 de julio de 1936». Así comienza el prólogo que el historiador Julio Valdeón Baruque, Premio Nacional de Historia en el año 2004 y fallecido hace año y medio, escribió para el libro de Leonardo Borque que hoy se presenta. El título es bien significativo: «La represión violenta contra los maestros republicanos en Asturias». El autor nos da una amplia y documentada visión de cómo era la situación educativa en la Asturias del primer tercio del siglo pasado, y de las experiencias innovadoras puestas en marcha durante el período republicano. Y de qué manera, tras la llegada de las nuevas autoridades, gran cantidad de maestros fueron represaliados; unos encarcelados durante años, otros tuvieron que tomar el camino del exilio y otros fueron pasados por las armas tras un simulacro de juicio. Cuando no eran «paseados». El maestro que enseñaba a vivir, que abría puertas para que la vida entrara en las aulas, el maestro o la maestra que enseñaba «la lengua de las mariposas», como bien reflejaron el relato de Manuel Rivas y la posterior película de José Luis Cuerda, era sumamente peligroso. Quería transformar la sociedad y por tanto debía ser depurado.

Los apéndices de esta publicación son fundamentales. Basta decir que el índice antroponímico que incluye, y sobre el que trabajó durante años Leonardo Borque, supera los mil nombres. Acabamos con otra referencia al prólogo de Julio Valdeón: «Se paralizó la construcción de escuelas, la Iglesia recuperó el control de la enseñanza, el Magisterio quedó diezmado y el sueño de progreso de la República quedó enterrado en una fosa común». Sabido es que recuperar esas historias, que abrir esas fosas comunes de la memoria -como hace Borque- no es reabrir heridas. Es, precisamente, cerrarlas.