J. M. CEINOS

En marcha siguen las obras de urbanización de la plaza del Instituto, acometidas a causa de la construcción de un aparcamiento subterráneo; uno más debajo de un espacio público ajardinado, como antes ocurrió con la plaza del Seis de Agosto, con los jardines del Náutico o con la plaza de Europa. Dentro de unas semanas la popularmente llamada plaza del Parchís tendrá un nuevo aspecto, y por ello no es ocioso recordar algunos trazos de su pequeña historia.

El comienzo, como no, está ligado a Melchor Gaspar de Jovellanos y a la construcción de su gran obra docente: el Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, que primero tuvo su sede en Cimavilla, delante de la casa del patricio ilustrado, y luego se trasladó a un nuevo edificio que se comenzó a levantar en 1797 al final de la calle del Instituto, el vial que debía articular el ensanche de la villa hacia el Sur a partir del istmo de Cimavilla.

A oriente del edificio educativo, que tardaría un siglo en terminarse tal y como hoy se levanta, se habilitó una plaza, a la que se le puso el nombre de Instituto (antes se denominaba de La Estacada). Y cuenta Héctor Blanco en «La obra pública municipal en Gijón (1782-2006)»: «Se conformó tempranamente como plaza pública ajardinada según un proyecto redactado en 1863 por Lucas María Palacios».

El Gijón de mediados del siglo XIX aún era una villa pequeña, con «calles en lo general buenas, anchas y rectas», escribió Estanislao Rendueles Llanos en su obra de 1867 «Historia de la villa de Gijón desde los tiempos más remotos hasta nuestros días». Y hasta las contó el historiador local: «Cuéntanse en la villa setenta y cuatro calles, una plaza, trece plazuelas y veintinueve travesías. Todas ellas están durante las primeras horas de la noche regularmente iluminadas con el gas schiste».

Poco duró, no obstante, la plaza ajardinada a la vera del Real Instituto. A finales de la década de 1860 Gijón ya había entrado en la industrialización y el aumento de la población obligaba a mejorar las primeras necesidades de los vecinos, como por ejemplo con la construcción de mercados de abastos, «de modo que en 1867 se presentó el proyecto de un mercado cubierto, redactado por el arquitecto municipal Cándido González» («Una historia de papel. 500 años en los documentos del Archivo Municipal de Gijón», obra dirigida por Eduardo Núñez).

Así surgió, sobre el solar de la plaza del Instituto, el mercado de Jovellanos, en el que se comenzaron a vender productos en el año 1876. El edificio se construyó en hierro, con grandes ventanales, siguiendo las nuevas pautas de la arquitectura moderna de la época. Un claro ejemplo era el complejo parisino de Les Halles, el gran mercado minorista de la capital de Francia y coetáneo del que se levantó en la plaza del Instituto.

El mercado de Jovellanos también guardaba un gran parecido con el matritense de San Miguel, que se construyó a principios del siglo XX al lado de la plaza Mayor de Madrid y que todavía está abierto, tras ser rehabilitado hace poco más de una década.

No ocurrió lo mismo con el gijonés. Al comienzo de la Guerra Civil y dentro del plan de reformas urbanas de la gestora municipal frentepopulista, se decidió el derribo del mercado de Jovellanos para «airear» la trama urbana. Y la idea de habilitar la plaza del Instituto como aparcamiento de vehículos no es del todo nueva, aunque desde luego no se trataba de un estacionamiento subterráneo.

Lo podemos ver en las páginas del rotativo «Avance» (diario socialista de Asturias), que durante la Guerra Civil se tiraba en Gijón, en su número del 11 de junio de 1937. Aún faltaban algo más de cuatro meses para que el bando republicano perdiera la ciudad a manos de las tropas nacionales.

Pero a finales de la primavera de 1937, leemos en «Avance»: « Y hablando de urbanización en general, cabe consignar también con satisfacción en esta nota que el solar de lo que fue mercado de Jovellanos quedó ayer (10 de junio) libre de escombros, con lo que el frente de la Delegación del Gobierno ofrece una perspectiva admirable y en él pueden colocarse todos los coches que actualmente se estacionan ante dicho edificio, descongestionando así una vía de gran circulación. Hace tiempo que se reclamaba esta mejora y hora era ya de que se llevase a efecto en beneficio general».

La Delegación del Gobierno estaba situada en el edificio de la plaza del Instituto número 3, que según relata Moisés Llordén en «Guía de Gijón», se había construido entre los años 1934 y 1936 «con proyecto de los arquitectos Manuel y Juan Manuel del Busto» y «ha de considerarse como el primer edificio de viviendas construido en la ciudad de acuerdo con los cánones del racionalismo, pues su estructura es de hormigón armado y su cubierta en terraza en vez del clásico tejado».

Hay que reseñar que en 1933 se había inaugurado la Escalera Monumental de entrada a la playa de San Lorenzo (la Escalerona), una obra del denominado racionalismo náutico cuyo autor fue el entonces arquitecto municipal José Avelino Díaz y Fernández Omaña.

Sería él, después de la contienda civil, quien diseñó a mediados de los años cuarenta la nueva plaza, cuyos parterres en forma de damero bien pronto dieron ocasión a los gijoneses de rebautizarla como plaza del Parchís.