Escritor y crítico

J. L. ARGÜELLES

El poeta asturiano José García-Vela murió en 1913, con apenas veintiocho años. Una breve e intensa vida en la que la literatura ocupó un papel central. Hermano del conocido ensayista Fernando Vela, su obra quedó sumida en las estanterías del olvido durante décadas. De ahí la ha rescatado el profesor y también poeta Manuel Neila (Cáceres, 1950), que ha reunido en «Hogares humildes» (Editorial Renacimiento) los versos publicados por el autor en vida y un interesante libro inédito hasta ahora: «Las huellas de los muertos». De García-Vela, un polifacético que transitó por un modernismo singular, habla hoy Neila, a las siete y media de la tarde, en el Antiguo Instituto.

-¿Por qué un libro con la obra poética de José García-Vela?

-Por respeto a la memoria histórica. Para que los lectores actuales y venideros recuerden que José García-Vela, uno de los hermanos del ensayista Fernando Vela, fue un poeta apreciable. Creo que ha llegado el momento de reparar un olvido injusto.

-¿Qué interés puede tener, para el lector de hoy, la obra de este asturiano?

-En primer lugar, la obra de José García-Vela tiene un interés histórico evidente. Asturias no cuenta con tantos poetas modernistas como para echar en el olvido a uno de los mejores que tiene. Por si esto fuera poco, «Hogares humildes» conserva un interés literario indudable, como señalaron en su día Ramón García-Vela, Juan Antonio Cabezas, Álvaro Ruiz de la Peña y José María Martínez Cachero, entre otros. En las páginas de este libro se hallan algunos de los mejores poemas que se han escrito sobre la ciudad de Oviedo.

-Su libro incorpora un poemario inédito, «Las huellas de los muertos». ¿Cuál es el interés de estos poemas desconocidos hasta ahora?

-La edición de «Hogares humildes [Obra poética]», que he tenido la suerte de preparar para la editorial Renacimiento, de Sevilla, recoge todos los poemas de José García-Vela que han llegado hasta nosotros, tanto los publicados como los inéditos. Quienes se ocuparon de José García-Vela antes que yo hablaban de un libro inédito, probablemente perdido. Cuando, al hilo de la edición de «Hogares humildes», di con el borrador de ese libro póstumo en el archivo personal de Ramón García-Vela, que hoy conserva su familia, decidí incluirlo en la «Obra poética». Ignoro los motivos que se dieron para que «Las huellas de los muertos» permaneciera inédito hasta ahora, aunque puedo intuirlos; lo que sí quiero decir es que este poemario, similar en muchos aspectos al primero, merece ser conocido por los lectores de poesía.

-Tras la publicación de este trabajo, ¿cabe reconsiderar la posición de García-Vela en el canon de la poesía española?

-Hasta ahora, García-Vela era un poeta desconocido, del que muy pocos habían oído hablar, incluso en su tierra asturiana. Aunque Federico de Onís y César González Ruano lo incluyeron en sus respectivas antologías, su presencia en los medios literarios era casi nula. Me conformo con que, a partir de ahora, comience a sonar su nombre entre los lectores de poesía. Debemos tener en cuenta que su temprana muerte, a los veintiocho años de edad, le impidió desarrollar una obra que, a todos los efectos, se quedó en ciernes. Así y todo, este malogrado poeta ovetense contribuyó a corregir la trayectoria del modernismo exotista de principios de siglo, como también lo hicieron Ramón Pérez de Ayala, Andrés González-Blanco, Fernando Fortún o Enrique Díez-Canedo, y dotarlo de mayor intimismo, con algún toque de regionalismo estetizante, como ha señalado José Carlos Mainer recientemente.

-En la introducción, usted califica de «incomprensible» el olvido de García-Vela. ¿Qué circunstancias influyeron en esa omisión?

-Bueno, «incomprensible» tal vez no sea el término adecuado. La verdad es que, desde hace mucho tiempo, los poetas no cuentan nada en las modernas sociedades de masas. Y si no cuentan nada, es comprensible que el olvido sea su elemento. Lo que quería señalar es el escaso interés que despierta la figura José García-Vela entre los lectores, críticos y editores, a pesar de la importancia de su obra poética, no por concisa menos valiosa. Ignoro los motivos de ese desinterés; aunque, mucho me temo, están relacionados con el escaso aprecio que despierta la poesía entre el mayor número de los lectores, esa clientela media formada en la escuela y el Bachillerato, que en buena parte sólo se alimenta de novelas comerciales.

-García-Vela también escribió teatro. ¿Es una obra que tiene menos interés?

-Nuestro poeta fue un escritor precoz y polifacético. Además de su pasión por la poesía, un sentimiento que no lo abandonaría durante su corta pero intensísima vida, ensayó con entusiasmo el periodismo colaborando con frecuencia en distintas publicaciones asturianas («El Correo de Asturias», «La Opinión Asturiana», «El Carbayón», «El Noroeste») y madrileñas («Nuevo Mundo», «La Lectura»). Por lo que respecta a su labor como dramaturgo, en 1905 estrenó «Del dolor», drama en un acto escrito en colaboración con su amigo Alfonso Muñoz de Diego, en el teatro Celso de Oviedo (antes de que pasara a llamarse teatro Jovellanos). Y en octubre de 1908 se exhibió en el mismo lugar una parodia en verso del Tenorio, titulada «Alejandro Tenorio y Melquíades Mejías» (en alusión a Alejando Lerroux y Melquíades Álvarez), que sus autores califican de disparate trágico burlesco en un acto, tres cuadros y un prólogo. Pero su obra dramática apenas llegó a insinuarse, por lo que conserva escaso valor.

-José García-Vela era hermano del ensayista Fernando Vela. ¿Qué puntos de contacto hay entre ambos?

-Hasta donde conozco, no existen testimonios alusivos a la relación entre ambos hermanos. Y sus obras no pueden ser más diferentes. La vida de José García-Vela acabó por convertirse, al decir de Ramón García-Vela, «en una nebulosa difícil de clarificar». Y la relación entre los hermanos es un capítulo perteneciente a esa nebulosa.

-¿La recuperación de Fernando Vela y el reconocimiento de la importancia de su labor intelectual juegan a favor de la revisión de la obra de José García-Vela?

-A juzgar por el escaso interés que despertaron las Jornadas sobre Fernando Vela, celebradas el pasado mes de diciembre en la Universidad de Oviedo, ni la recuperación del ensayista, ni el reconocimiento de su labor intelectual parecen inminentes. Se supone que los intereses del personal, incluido el personal universitario, se juegan en otros campos o circuitos. Sea como fuere, tanto Fernando Vela como José García-Vela pertenecen ya, por derecho propio, a la historia literaria, ensayística y poética, de la región asturiana.