R. G.

Marcos Huerta, gijonés de 36 años, lleva ya cinco días en huelga de hambre. Durante este tiempo no ha conseguido que nadie escuche sus protestas, por lo que desde el pasado lunes ha decidido recrudecer su acto de denuncia. «Ahora no voy a beber ni agua», asegura el manifestante desde la tienda de campaña que le sirve de vivienda reivindicativa a la puerta de los Juzgados de Poniente. Este gijonés fue expulsado de su domicilio hace una semana cuando su mujer le denunció por maltrato psicológico.

«Dice que la insultaba, pero eso no es verdad», relata Huerta. La Policía se personó en su domicilio en el momento de recibir la denuncia y le detuvo. El juez de instrucción le dejó al día siguiente en libertad con cargos. El magistrado no impuso una orden de alejamiento al no considerar necesaria la adopción de esta medida, pero decidió alejar al acusado de su domicilio como medida cautelar para evitar nuevos enfrentamientos. Ahora el gijonés protesta contra una legislación que considera «injusta»: «Parece que la palabra de una mujer vale mucho más en esta justicia que la de un hombre».

La huelga de hambre y sed de Marcos Huerta sorprendió a cuantos ciudadanos y profesionales pasaron ayer por las puertas de los Juzgados de Poniente. «Ha pasado mucha gente a solidarizarse conmigo», asegura Huerta. Varios agentes del Cuerpo Nacional de Policía le identificaron alrededor del mediodía: «Me dijeron que estaba en la zona de seguridad del Juzgado, pero me voy a quedar aquí para que se escuche mi protesta». Marcos Huerta asegura que va a aguantar «el tiempo que haga falta sin comer ni beber» para «hacer presión y que la gente tome conciencia».