J. L. ARGÜELLES

Maxi Rodríguez es un tipo de Ujo que no va de gracioso, pero al que casi todo lo que escribe le sale con gracia, que es la mejor manera de llegar a la inteligencia -y el corazón- del público. El autor de «Parando en Villalpando», la serie que publica LA NUEVA ESPAÑA, dio ayer una de las claves de esos ágiles textos con los que los lectores de este diario vienen desternillándose semanalmente: «Una escritura dramática pero con un componente desdramatizador». Y más, «un humor que procura no ser bobalicón, inane o genuflexo ante el poder».

Maxi Rodríguez, muy premiado autor dramático, guionista de éxito («7 Vidas»), director de escena, actor y muchas cosas más, presentó ayer en el Antiguo Instituto, ante un público reidor, que aplaudió con ganas y frecuencia (no era una claque, lo juro), el libro «Parando en Villalpando», editado por Letras Atlánticas y KRK. Un delicioso volumen con una selección de los textos de la serie del escritor mierense y las agudas ilustraciones de Suso Mortiner, colaborador también de este periódico, donde publica, entre otros dibujos, «La mirada zítrica», una imprescindible viñeta para acercarse a la cotidiana municipalidad gijonesa desde el buen sentido de la ironía. Un tándem, el del escritor y el del dibujante, en el que confluye potenciado y quintaesenciado el talento asturiano para un tipo de humor que llamo atlántico. Nada que ver con ciertas patochadas peninsulares.

Maxi Rodríguez, al igual que Suso Mortiner, se encuentra muy a gusto en esa cuerda floja. «Mantengo mi apuesta por el humor en estos tiempos chungos», afirmó, después de declararse fan de «La mirada zítrica» y clavar la descripción de hechos: «La actualidad es, a veces, como bucear en un vertedero». Otra perla, casi un aforismo: «Cuando se me acaba el odio, abro el periódico para repostar». Suso Mortiner señaló que la relación artística de hecho que mantiene con Maxi Rodríguez le produce un «subidón», que es manera gráfica de decir que le gusta mucho ilustrar «Parando en Villalpando».

Para el periodista Xuan Cándano, de Letras Atlánticas, Maxi Rodríguez es el Darío Fo de Asturias. Criticó, por eso, que, al igual que otros asturianos de talento, sufra cierto confinamiento, un «exilio interior, el olvido de la Asturias oficial». «¿Por qué?», preguntó. Él mismo dio la respuesta: «Porque piensa por sí mismo». Puso un ejemplo. Hay un programa piloto para TV con seis capítulos basados en otras tantas entregas de «Parando en Villalpando», pero hasta ahora, pese a que el público se divirtió ayer lo suyo al ver el vídeo, sólo ha habido espeso silencio. «En Maxi nos reflejamos bien los asturianos», dijo, para denunciar que es difícilmente explicable que ese programa aún no se haya podido ver en la TV autonómica. «Lo enviamos el pasado julio, pero estarán liados», desdramatizó el autor dramático, preocupado también, como viene al caso, por la situación del teatro en el Principado.

César Inclán, de KRK, hizo resaltar la pericia de Maxi Rodríguez como creador de diálogos y la capacidad del escritor mierense para trabar lenguaje coloquial y peripecias universales que funcionan como un reloj. No es descartable que autor, ilustrador y editores recojan más artículos en un nuevo libro.