En el mes de mayo de 1998 se celebró el bicentenario del nombramiento de Jovellanos como ministro de Gracia y Justicia por el rey Carlos IV. Se celebró una exposición en el Antiguo Instituto, inaugurada por los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía, el 11 de mayo y abierta al público hasta el 28 de junio. Ahora, ya en 2011, se han puesto en marcha las celebraciones del bicentenario de la muerte del prócer gijonés. El famoso cuadro de Goya que retrata a Jovellanos abrumado por el cargo y la carga que acaba de asumir vino a Gijón hace 13 años. Pero ahora no vendrá. Según unos, porque Asturias ha perdido peso político en Madrid. Según los responsables del Museo del Prado, porque el cuadro no está en condiciones de andar rodando por el mundo. Parece que debe considerarse puramente técnica la negativa del museo, cuyo real patronato preside el asturiano don Plácido Arango, siendo vicepresidenta doña Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós, que si no es asturiana de nacimiento (Madrid, 1950) lo es de familia y trayectoria vital.

Si no viene a Gijón el segundo gran retrato que hizo Goya a Jovellanos, sí está disponible el primero, encargado por el Ilustrado en la primavera de 1780, cuando fue nombrado por Carlos IV miembro del Consejo de Órdenes Militares. Este cuadro fue adquirido por la empresa Hidroeléctrica del Cantábrico en 3 millones de euros en el año 2000, según las normas del impuesto de sociedades, anteriores a la ley de mecenazgo de diciembre de 2002. Tal operación fue realizada bajo auspicios de Rodrigo Rato en Hacienda y Francisco Álvarez-Cascos en Fomento (ver C. Jiménez, «LNE», 13 de agosto de 2009). Aunque pertenece al Estado, el cuadro se encuentra depositado en el Museo de Bellas Artes de Asturias. Aquí Jovellanos está muy joven y tiene detrás una marina indeterminada de Gijón, que seguramente nunca vio Goya. Creo que el título de «Jovellanos en el arenal de San Lorenzo» es poco preciso, y lo más normal sería interpretar que el pintor se limita a aludir a los dos lados del tómbolo de Cimadevilla. El cuadro está muy de moda al haberse descubierto mediante radiografía un retrato de dama subyacente, cosa habitual en Goya y en cualquier otro pintor de su época y anteriores.

La exposición del año 98 estaba organizada por el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Gijón y la Fundación la Caixa. El protagonismo de Francisco Álvarez-Cascos fue muy evidente. Las actuales celebraciones están bajo impulso del Foro Jovellanos (fundado el 6 de agosto de 1995), la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, el Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, Cajastur y el Ayuntamiento de Gijón. También las circunstancias son distintas. El Foro Jovellanos carecía entonces de raíces y prestancia institucional. El Instituto universitario Feijoo fue creado en 2005. También de aquella navegábamos viento en popa a toda vela por los mares de una economía floreciente, lejos de la crisis actual que nos aflige. En los años de Areces y con Aznar en el poder, eran muy comentados los discursos cruzados entre Areces y Cascos acerca de Jovellanos, pues ambos hacían grandes elogios del Ilustrado, arrimando cada cual el ascua a su sardina. Que ahora Cascos vuelve a levantar la bandera jovellanista, con intención de despertar el orgullo asturiano, es de todos sabido. Y no sólo Cascos, sino otros grupos políticos y culturales se apropian con todo derecho de esta bandera. Esto significa que Jovellanos se ha convertido en un mito. Y también significa que esta sociedad disfruta de tantas noticias, tertulias, fiestas y botellones que será difícil evaluar las actividades del actual Bicentenario 2011. Y por eso habrá quien sienta nostalgia de aquella gran exposición de 1998, pues era más mediática, sorpresiva y rotunda. Desmitificar a Jovellanos, conocer su formación eclesiástica, entender lo que pensaba de la democracia, saber que de no ser exiliado desde la Corte hubiera dedicado a Asturias menos ilusión y trabajo, dar a conocer su labor en la Junta del Principado, etcétera, son labores arduas y no para muchos.

Partiendo de que la exposición de 1998 es irrepetible por fuerza de las circunstancias y de la historia que marcha tan deprisa, bueno será recordarla. Instalada en la planta primera del Antiguo Instituto, mostraba documentos y cerca de 80 cuadros, de los cuales unos 22 eran de Goya y giraba en torno a la figura de Jovellanos, organizándose en apartados como «la familia, la colección, los amigos, la llegada a Madrid, las actitudes ilustradas, la corte de Carlos IV y el ministerio de Jovellanos». A través del Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, dirigimos una visita guiada a esta exposición Agustín Guzmán Sancho, importante miembro fundacional del Foro Jovellanos, y yo mismo. La apoteosis de la visita fue el diálogo que entablamos ambos guías, haciendo hablar entre sí a los personajes que se encontraban enfrentados en formidables retratos. Allí estaba Godoy, su amante la reina María Luisa, su esposa -la dulce, embarazada y maravillosa condesa de Chinchón-, su otra amante Pepita Tudó (la mujer que verdaderamente amó al flamígero caballero de la guardia real, quien le acompañó al destierro y estuvo a su lado hasta la muerte). Planteamos la siguiente escena. Jovellanos no para de enviar cartas a Madrid para acabar su destierro asturiano y reintegrarse a la Corte. Su amigo Cabarrús, creador de la Banca de San Carlos, en honor al nombre de los reyes, le consigue la embajada de Moscú, cosa que Jovellanos rechaza, por no tener fuerzas físicas ni dinero para tal cargo. Por fin se alboroza al ser nombrado ministro de Gracia y Justicia. En su viaje a Madrid, le recibe Cabarrús en el Guadarrama y sin cambiarse de ropa ni descansar del viaje, aquella noche cenan con Godoy, que estaba acompañado por sus dos mujeres, la legítima esposa, condesa de Chinchón, y la «belenesteban» Pepita Tudó. Ante tal desfachatez, Jovellanos anota en su diario que «no pudo tragar bocado».

Concluyendo. Si las actividades del Bicentenario 2011 consiguen que mucha gente de Asturias y visitantes conozcan mejor a Goya y el espíritu de sus obras y grabados, su amor a los niños -por ejemplo-, su enfrentamiento con el poder, su excelsa pintura, su vena patriótica, y conozcan mejor a Jovellanos, en su concepto de servicio público, en su ejemplo de compromiso con su tierra, en su honradez política, etcétera, se habrán alcanzado los objetivos que se desean.

Por cierto, gobernando ya en Madrid Pepe Botella, Cabarrús acepta el Ministerio de Hacienda e invita a ser ministro del nuevo gobierno invasor a Jovellanos. Y Jovellanos no quiso. Eran grandes amigos, de pensamiento muy cercano. Ambos caminaban sobre el filo de la navaja. Cabarrús murió en Sevilla, acompañando a las tropas francesas que tomaron Andalucía en el invierno de 2010. El era francés de la frontera, de Bayona.