Miriam SUÁREZ

A la pregunta «¿tiene futuro el carbón?», la investigadora Rosa Menéndez López respondía ayer con un mensaje de optimismo: «Esta época de crisis es un buen momento para estrujarse el cerebro, en lugar de tanto quejarse, y buscar nuevas vías de explotación». Como doctora en Química, miembro del CSIC -el Consejo Superior de Investigaciones Científicas- y experta en energía sabe de lo que habla. Y ayer, durante una conferencia en Gijón, sugirió unas cuantas opciones que podrían despejar el porvenir de la minería.

Menéndez López, defensora de las últimas tecnologías de captura y almacenamiento de CO2 y de todos aquellos avances que permiten indagar en «la riqueza inherente» del carbón, puso el acento sobre las posibilidades que ofrecen los derivados de este mineral tan arraigado a la economía y cultura asturianas. Especialmente, en la brea (alquitrán destilado), cuya «versatilidad» permite un campo de aplicación tan amplio como su gama de propiedades.

«La brea se puede utilizar como material deportivo, en electrodos de baterías, en válvulas del corazón... Y si obtenemos materiales compuestos, incluso en la industria aeroespacial o la Fórmula 1. En los frenos de los aviones, por ejemplo, se usan fibras impregnadas en brea», explicó Rosa Menéndez en el transcurso de su conferencia, organizada por Cajastur en el centro cultural «Muralla Romana» de Cimadevilla. «Se trata de un producto que tiene un comportamiento excelente en las situaciones extremas y que, tratado de forma adecuada, puede dar lugar a productos de gran valor añadido», recalcó.

Desde que se licenció en la Universidad de Oviedo en 1980, ha colaborado con numerosas industrias del sector eléctrico, aeronáutico, carboquímico y petroquímico; ha participado en 25 proyectos de investigación europeos, nacionales y regionales, y ha publicado más de un centenar de textos especializados. Toda esa experiencia le dice, primero, que «hay que mantener el carbón en la tarta energética, aunque se apueste fuerte por las energías renovables». Y segundo: «Independientemente de las circunstancias políticas y de los problemas que atraviesa la minería, no hay que cerrarle las puertas, sino buscarle nuevas salidas».

En una de esas salidas, Rosa Menéndez sitúa el grafeno, cuyos descubridores recibieron el premio Nobel de Física 2010. Se trata de una lámina de carbono con sólo un átomo de espesor, lo que le confiere «unas propiedades electrónicas increíbles». Su aplicación práctica está todavía muy verde, pero «a escala de laboratorio ya podemos ver que la respuesta del grafeno es buena».

Al final de su conferencia, se planteó una nueva pregunta, esta vez procedente del público: «¿Todo eso es rentable?». Admitiendo que la extracción del carbón en Asturias «es muy costosa» debido a la orografía de la región, Rosa Menéndez no dudó en mostrarse partidaria de «mantener determinadas minas» y «moverse un poco con los tiempos».