Ángel CABRANES

«Romina» se zafa entre los barrotes ajena a la mirada protectora de su madre y las otras tantas que, desde que naciera el pasado 11 de febrero, no se pierden cada uno de sus movimientos. No es una ternera al uso, ha sido engendrada entre microscopios y es el último descubrimiento del área de Genética y Reproducción Animal del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida). Este departamento ha conseguido, por primera vez en España, que salga adelante una gestación en ganado bovino a través de embriones cultivados en laboratorio con semen sexado. O lo que podría llamarse de otra manera: es otra forma de pedir ternera a la carta.

«Esta tecnología nos permite obtener del semen sexado un rendimiento superior al que ofrecen la inseminación artificial y las técnicas convencionales de producción de embriones; predecir con una probabilidad del 90% el sexo del animal; y que su gestación pueda realizarse en el útero de una novilla que no tiene por qué ser su madre», explica Carmen Díez Monforte. Dentro del equipo de ocho personas que dirige Enrique Gómez Piñeiro, ella es la responsable de este proyecto, financiado en 2008 por el Instituto Nacional de Investigación Agraria, entidad perteneciente al Ministerio de Ciencia e Innovación. «Daremos la posibilidad al ganadero de que pueda planificar con exactitud el tipo de crías que desea tener cada año. Además también podremos sacar el máximo rendimiento reproductivo a vacas y novillas de un alto nivel genético», aclara Díez Monforte.

La frisona «Romina» es el primer fruto de una técnica a la que podrían seguir varias «hermanas». Catorce del rebaño de cuarenta vacas con las que se trabaja en Deva ya superan los sesenta días de gestación. Todas con embriones surgidos entre microscopios y probetas. Nueve son preñeces a través de embriones frescos y cinco de vitrificados (un proceso de crioconservación basado en la congelación). «Ésta última opción es una variable importante porque la posibilidad de almacenarlos lleva a que sea más sencilla su comercialización», apunta Díez Monforte.

Todo se inicia extrayendo en el laboratorio del Serida ovocitos procedentes de ovarios del matadero de Noreña. Los encargados de fertilizarlos son espermatozoides estadounidenses, concretamente de la empresa Sexing Technologies, cuyo esperma hay que tratar porque «llega dañado al haber sido sometido previamente a la técnica que permite diferenciar a machos y hembra. Digamos que les dotamos de medios para facilitarles su trabajo», aclara esta experta.

La fecundación dura entre 18 y 20 horas, tras las que se traslada a un medio líquido para su cultivo durante siete días. Los que completen la evolución de manera óptima, o como se define técnicamente, lleguen al estadio de blastocisto, serán transferidos directamente a una vaca receptora o vitrificados. Cada embrión es cultivado de manera individual mediante una novedosa técnica que permitirá predecir, de manera no invasiva, la correcta evolución y el género del futuro animal. Pero este es otro proyecto que el equipo de Genética y Reproducción de Deva está desarrollando, del que pronto se conocerán resultados.

El último paso lo efectúan los veterinarios de la Cooperativa de Gijón, encargados de introducir el embrión en el útero de la receptora. «La res ha sido tratada hormonalmente para que se adapte a un embrión que ya tiene siete días», explica Díez Monforte. El resto del proceso es natural hasta el parto. La investigación asturiana contribuye a que España se ponga así al día con una técnica desarrollada en diferentes puntos de Europa y América. Pero en Deva, «Romina» es la última protagonista.