A. RUBIERA

«Las urgencias pediátricas han crecido muchísimo en los últimos años. A principios de los noventa en Cabueñes se atendían 9.000 niños al año; hoy rondamos las 22.000 atenciones. Pero no hay más casos graves ni los niños están menos sanos. De hecho, la gran mayoría son patologías leves. Estamos en la sociedad de la inmediatez y es esa necesidad de atención inmediata y también los cambios sociales y familiares los que han supuesto que la urgencia se vea como una salida».

Los doctores Antón Castaño y Ramón Fernández, responsables de la organización en Gijón, a partir del jueves, de la reunión anual de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría, explicaban de esta forma algunos de los cambios que están intentando afrontar los profesionales médicos de la especialidad y los que han marcado su trabajo y sus inquietudes en los últimos años. Algunos de esos temas serán objeto de atención en el congreso que arranca el jueves y que durante tres días reunirá en Gijón a unos 600 profesionales de las urgencias pediátricas, entre médicos, residentes y personal de enfermería.

La de Gijón, tal como indicaron ayer los organizadores, será la mayor cita de cuantas lleva organizadas la Sociedad Española, con más de 300 pósters de investigación y una treintena de comunicaciones previstas. Además, entre los profesionales destacados que estarán en Gijón se incluyen jefes de servicio de algunos de los principales hospitales nacionales, así como Javier González del Rey, del Cincinnati Children's Hospital Medical Center, uno de los centros de prestigio en la atención pediátrica en Norteamérica, además de jefe de residentes en EE UU. El doctor González del Rey es de origen asturiano -su padre es natural de Grado- y se mostró encantado de poder viajar a la tierra de su familia y de colaborar con la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas. «Para nosotros es un lujo», sostenían ayer los organizadores de un congreso que lleva por título «Trabajo en equipo, una mejora que hay que realizar».

Los organizadores mostraron su satisfacción por la previsible asistencia de un nutrido número de médicos residentes, «lo que indica que las urgencias han dejado de ser el cajón de sastre al que iban a parar los facultativos en expectativa de otro destino. Antes era el trabajo más desagradecido, el de los turnos de 24 horas, sin programación... ahora ya no es un sitio de castigo, es un destino apetecible y con muchas cosas por hacer».