En la jornada del 14 de abril de 1931 (el próximo jueves se cumplirán 80 años), cuando se proclamó la Segunda República, de entre los gijoneses que entonces destacaron para llevar a término sin sobresaltos el cambio de régimen en la villa sobresalió el abogado Dionisio Morán Cifuentes. Tenía 30 años y militaba en las filas del reformismo republicano que había fundado el tribuno gijonés Melquíades Álvarez. En las elecciones municipales del 12 de abril, desencadenantes del cambio político, el joven letrado había sido elegido concejal por los Reformistas Republicanos.

Sería este gijonés quien, desde el balcón de la Casa Consistorial, ya en la tarde del 14 de abril, se dirigiera a los miles de ciudadanos concentrados en la plaza Mayor (entonces de la Constitución) y «en términos de gran elocuencia, expresó su alegría y la del pueblo por el triunfo de la República» y «excitó a todos a no comprometer el triunfo de la naciente República con actos de violencia, para lo cual había que guardar el mayor orden (...) Fue ovacionado constantemente» y «seguidamente se izó la bandera republicana y fue un momento de enorme emoción», relató al día siguiente a sus lectores el diario local «La Prensa».

Ochenta años después, gracias a los periódicos de la época y a los recuerdos y archivo de Benito Morán de la Huerta -segundo hijo de Dionisio Morán Cifuentes-, se puede reconstruir una pequeña biografía del letrado a quien acabaron llamando «el abogado de la República».

Como otros muchos españoles a quienes les tocó vivir aquella época convulsa, Dionisio Morán Cifuentes podría ser definido con las palabras que de sí mismo escribió el periodista sevillano Manuel Chaves Nogales al comienzo del prólogo de su libro de relatos sobre la Guerra Civil «A sangre y fuego»: «Yo era eso que los sociólogos llaman un "pequeñoburgués liberal", ciudadano de una república democrática y parlamentaria».

Casi de la misma edad que Chaves Nogales (el periodista andaluz nació en 1897), Dionisio Morán Cifuentes lo hizo en Gijón el 4 de octubre de 1900, hijo de Benigno Morán, paisano de la zona villaviciosina de Les Mariñes, y de Dolores Cifuentes, natural de Somió y hermana de Dionisio Cifuentes, que se había enriquecido en Cuba y pasó a la historia local como filántropo e impulsor del Grupo Covadonga. Los padres de Dionisio Morán Cifuentes (segundo de cuatro hermanos) regentaban una tienda de ultramarinos en la calle de San Bernardo, llamada La Navidad.

Con «una personalidad bastante fuerte», como recuerda su hijo Benito, Dionisio Morán Cifuentes, con 18 años, hizo un paréntesis en sus estudios de Bachillerato y se fue a Cuba, donde tenía familia por parte de su tío Dionisio Cifuentes, y luego pasó dos años en los Estados Unidos, donde aprendió inglés.

De vuelta a Gijón terminó el Bachillerato y estudió luego Derecho en Oviedo y en Madrid. A los 25 años era licenciado y «con inquietudes políticas y sociales», cuenta su hijo Benito, empezó a escribir artículos en el diario local «El Noroeste», fundado en 1897 por un grupo de republicanos, entre ellos su tío Dionisio Cifuentes.

Abrió despacho frente a los Campinos de Begoña, en un edificio de la familia, el situado en la esquina de las calles de Covadonga y de San Bernardo, y en 1930, cuando la monarquía de Alfonso XIII ya estaba tocada de muerte, con su tío indiano se embarcó a dar la vuelta al mundo. Tocaron puertos de África, Asia y América, y del viaje escribió un «Diario de abordo» y también varios artículos que se publicaron puntualmente en «El Noroeste».

Pero el periplo terminó abruptamente en Panamá para Dionisio Morán tras una discusión con su tío. En el país del canal el letrado se anunció entonces en la prensa como profesor de inglés e incluso publicó algunos artículos en el diario «Panamá América». Al poco tiempo, no obstante, retornó a Gijón y a primeros de julio de 1930, el mismo verano que en San Sebastián se formalizaba el Gobierno provisional de la República, Dionisio Morán volvía a abrir su despacho profesional.

Y llegaron las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, puntilla para el régimen monárquico. Con los resultados de los comicios en la mano, el 14 de abril los republicanos forzaron el cambio y «en la plaza del Carmen, frente a los locales del Centro Republicano, se estacionó a las dos de la tarde enorme gentío, ansioso de conocer noticias. A requerimientos del público el abogado señor Morán Cifuentes, pronunció un breve discurso, aconsejando calma y serenidad» («El Noroeste», 15 de abril).

No sería la única intervención pública del letrado aquel 14 de abril de 1931. Luego hablaría por dos veces desde el balcón de la Casa Consistorial, la segunda cuando se proclamó la República y se izó la bandera tricolor: «Ha caído la Monarquía podrida y vosotros con vuestras papeletas, en la elección del domingo, le preparasteis el sudario», proclamó el letrado y así lo recogió «El Noroeste» al día siguiente, donde también se puede leer que acabó «Morán su magistral discurso con un párrafo vibrante que cierra con un grito de ¡Viva la República!, que es entusiásticamente contestado».

Dos días después, el 16 de abril, se constituyó la nueva Corporación Municipal, sesión en la que los concejales monárquicos, encabezados por Rufino Menéndez, abandonaron el salón sin acatar el nuevo régimen y después de escuchar de boca de Dionisio Morán: «No hay que olvidar que para traer este régimen se ha hecho una revolución; nosotros no somos aquí sólo concejales del Ayuntamiento, sino soldados de la República. Por lo tanto, si la minoría monárquica no hace acatamiento de la República, debe darse cuenta de ello al Comité provincial revolucionario y al ministro de la Gobernación para que vean si deben continuar en sus escaños los que hoy son un peligro para la República» («La Prensa», 17 de abril de 1931). «Era un gran demócrata y destacaba por su elocuencia», reseña de su padre Benito Morán de la Huerta.

Pero la luna de miel duró poco. Aquel mismo año Dionisio Morán empezó a desencantarse con su partido y dejó de acudir al Ayuntamiento. En junio de 1933, en Covadonga, se casó con Antonia Benita de la Huerta, hija de un indiano de Coya (Piloña), Manuel de la Huerta, que había hecho fortuna en Cuba siendo socio de Dionisio Cifuentes, y hermana de Dionisio de la Huerta, el que sería creador del Descenso del Sella en piragua.

Dionisio Morán Cifuentes se afilió a Acción Republicana (luego Izquierda Republicana, el partido liderado por Manuel Azaña, del que sería presidente en Gijón), pero su interés por la política se vino al traste tras los sucesos revolucionarios del octubre asturiano de 1934. A pesar de ello, intervino en varios procesos como abogado defensor de izquierdistas que habían tomado parte en el intento de derribar al Gobierno republicano derechista.

Llegó en 1936 la Guerra Civil y en octubre de 1937 la derrota del bando republicano en el frente del Norte. Refugiado en casa de su suegro de Coya, el 21 de octubre de 1937, día en el que las tropas nacionales entran en Gijón, Dionisio Morán Cifuentes se presentó ante la autoridad militar nacionalista de Infiesto. Le tomaron declaración y posteriormente es detenido. El 28 de febrero de 1938 es juzgado en consejo de guerra y absuelto. En las actas del consejo de guerra, que guarda el gijonés Marcelo Laruelo, podemos leer que rechazó de las autoridades republicanas el cargo de comandante auditor y «días antes del total derrumbamiento del Frente Norte, y sin su conocimiento», fue nombrado «fiscal general de los tribunales populares, de cuyo puesto no llegó a tomar posesión». Asimismo, hasta octubre de 1937 «con cierta frecuencia intervino en la defensa de elementos de orden (nacionalistas) ante los citados tribunales, haciéndolo con tal habilidad que los periódicos marxistas le denominaban "el abogado de la República"».

A pesar de ser absuelto, la autoridad militar desterró de Gijón a Dionisio Morán Cifuentes. Dos años los pasó con su familia en la localidad navarra de Artajona, «un pueblo llenó de requetés y margaritas carlistas», reseña su hijo Benito Morán, y otros cinco en Madrid, donde abrió despacho en la calle de Alcalá, pero con escasa clientela.

Tras otro año y medio residiendo en Las Palmas de Gran Canaria, en 1945 la familia retornó a Gijón, donde Dionisio Morán siguió ejerciendo la abogacía, «siempre como abogado defensor, ya que decía que él defendía, no acusaba», recuerda su hijo Benito. A mediados de 1955 a Dionisio Morán se le diagnosticó una gravísima enfermedad: leucemia. Trasladado a la clínica Platón, de Barcelona, allí falleció «el abogado de la República» el 21 de junio de 1955.