C. J.

A finales de enero de 2001 se instalaba en el despacho vecino al del catedrático Guillermo Ojea de la antigua Escuela de Peritos el profesor Fernando Las Heras. Allí fue donde estuvo preparando las asignaturas de segundo curso de ingeniería de Telecomunicación que se acababa de poner en marcha en el campus de Gijón. Empezó con el equipamiento para los laboratorio, donde Guillermo Ojea, como director del departamento de ingeniería eléctrica, le echó un cable. Después le seguirían Pedro Chamorro, Marcos Rodríguez Pino, Susana Loredo, Carlos Bousoño y Emilio Gago. En 2005 llegaba Germán León, de la Universidad de Sevilla, a quien seguirían en condición de profesores ayudantes Luis Fernando Herrán, Samuel ver Hoeye, Jesús Alberto López y Rafael González Ayestarán. Sería este último quien presentaría la primera tesis doctoral del área. Hoy forman un equipo de 28 personas con prácticamente el mismo número de profesores y doctorandos.

La más joven del grupo es Ramona Hadarig y el más veterano Fernando Las Heras. En cualquier caso son el grupo de investigación con la media de edad más baja de la Universidad de Oviedo, en torno a los 33 años. «En diez años mantener un grupo así es casi es récord», dice Las Heras. La buena sintonía entre sus miembros es otra de sus cualidades, apunta el catedrático.

Se da la circunstancia de que en este momento se encuentran en un pico alto de investigadores con diversos tipos de becas. Pero también hay necesidades: estabilizar a los que encuentran en situación de ayudantes o asociados. René Camblor opina que el buen ambiente del grupo compensa cualquier carencia sobre sus expectativas de futuro. «Son gente que busca cosas nuevas y les gusta pensar», dice Manuel Carril que llegó al área procedente del sector industrial. Antes había estado trabajando en Gamesa Eólica y se incorporó al equipo de Teoría de la Señal atraído por la posibilidad de dedicarse plenamente a la investigación. ¿Su objetivo? «Abordar cuestiones que se encuentran en el límite del conocimiento humano».