Director de la unidad de gestión clínica de medicina interna de atención especializada del área V

A. RUBIERA

El gijonés Joaquín Morís de la Tassa es oficialmente, desde el mes de julio, director de la primera unidad de gestión clínica de atención especializada del área sanitaria V, la que implica a todo el servicio de medicina interna del Hospital de Cabueñes. En octubre hará 30 años que Morís de la Tassa trabaja ininterrumpidamente en Cabueñes, el mismo centro sanitario en el que tuvo, en 1975, su primer trabajo como médico residente asistencial y donde ha tenido diversos cargos de responsabilidad en estas décadas, convirtiéndose, como así lo han reconocido diferentes gerentes del centro, en una piedra angular del hospital gijonés.

Hombre prudente y discreto, aliado indiscutible de la sanidad pública, lo máximo que reconoce es que «este hospital lo conozco bien». Ya puede. Su padre fue el primer jefe de servicio de medicina interna con el que contó aquella residencia que abrió sus puertas en 1968 con el nombre de José Gómez Sabugo, hoy convertida en Hospital de Cabueñes, y ostentó esa jefatura hasta su fallecimiento, en 1991. Ahora es su hijo quien afronta una nueva etapa -lleva enfrentándola desde 2010, aunque con nombramiento provisional-, la que se abre con las unidades de gestión clínica; una visión diferente de la organización sanitaria que «supone un atractivo, algo innovador por lo que merece la pena trabajar», sostiene Morís, un profesional con el que las autoridades regionales e incluso nacionales han podido contar en los últimos años en cuantas iniciativas tuvieran que ver con la calidad asistencial y la seguridad del paciente.

-¿Qué le ha llevado a decantarse y dedicir liderar una unidad de gestión clínica?

-En estos 30 años en Cabueñes he tenido oportunidad de acercarme a la atención sanitaria desde el punto de vista asistencial, pero también de la gestión y la coordinación de políticas sanitarias. Desde esa visión global entendí que la unidad de gestión clínica persigue aunar todas estas facetas. Por un lado, la gestión de la vida diaria del hospital, pero también integrar la visión del enfermo y sus necesidades, y todo eso imbricarlo en un trabajo por mejorar la calidad de la atención y la seguridad de los pacientes.

-¿Por qué esa necesidad de cambio?

-Hoy en día la población que atendemos tiene unas características diferentes a las de hace décadas. Se ha cambiado la patología aguda por la crónica. El gran envejecimiento, la mayor supervivencia de la población general y también de los enfermos crónicos configuran una realidad de pacientes cada vez más complejos, con más enfermedades (pluripatológicos), consumidores cada vez de un número mayor de medicamentos, y cada vez con los niveles de independencia más afectados. En ese escenario de trabajo consideramos que una aproximación unilateral, desde un punto de vista exclusivamente profesional de tratar una enfermedad, no soluciona los problemas del enfermo. El enfoque y el abordaje debe ser multidisciplinar, con trabajo coordinado de gran cantidad de profesionales.

-¿Y eso es más fácil de abordar desde unidades de gestión clínica?

-Uno de los puntos fuertes de la gestión clínica es el trabajo por procesos. Eso significa que hay alguien que tiene unas necesidades y ante eso hay que articular una serie de actuaciones de diferentes profesionales, técnicas, procedimientos, para conseguir unos resultados, minimizando retrasos, evitando tiempos muertos y maximizando los beneficios. Y también, otra cosa importante, incorporando al paciente a su propio proceso.

-Para los profesionales, ¿cuáles son los mayores beneficios de esa nueva forma de trabajar?

-Son intangibles: lograr un clima de trabajo y de colaboración adecuado.

-Llevan ya meses trabajando con fórmula de unidad de gestión. ¿Se nota en algo?

-Creo que el paciente ya puede ver alguna de las iniciativas, como la búsqueda de su participación, de comprometerlo en la toma de decisiones, de proveerles de información para el autocuidado... También nos preocupa la accesibilidad y que no haya lista de espera excesiva.

-¿Cómo está esa lista de espera en Medicina Interna?

-El 95% de nuestros pacientes ingresan por urgencias, así que ahí hay poco que hacer. Pero en consultas externas gracias a la colaboración de todos estamos minimizando el tiempo de demora y estamos viendo las consultas en menos de una semana.

-¿Cuántos profesionales forman parte de la unidad que dirige?

-Uno de cada cinco pacientes que ingresa en Cabueñes lo hace en medicina interna. Tenemos en torno a 3.800 ingresos al año. En el equipo somos 19 personas, todos internistas, y tenemos 9 residentes en distintos niveles; además, hay 36 enfermeras, 28 auxiliares y dos secretarias.

-Las unidades de gestión clínica también trabajan por objetivos. ¿Cuáles serán importantes para su futuro?

-Son muchos, pero desde luego estamos en la idea de mantener los compromisos de actividad (estancia media, accesibilidad, pacientes vistos en consulta...). Y, por otro lado, que los indicadores de calidad traduzcan que somos un grupo de personas preocupado y ocupado en mejorar la calidad de la atención sanitaria que prestamos.

-¿No hubo resistencia de los profesionales a la hora de afrontar el cambio de un servicio hospitalario clásico a unidad de gestión?

-Hemos sido muy transparentes en lo que hemos hecho y siempre hemos buscado la complicidad de todos los implicados, para que viesen el beneficio que esto podía tener, no sólo para nosotros, sino fundamentalmente en la atención que prestamos.

-Pero incentivos para el profesional, incluso económicos, también los habrá. ¿O no?

-Sí. Pero no estamos pensando tanto en el beneficio económico que pudiera haber, que no sé si lo habrá, como el formar parte de un nuevo modelo de gestión, ser innovadores y ser capaces de introducirnos en estas nuevas iniciativas. Y la reversión que más nos interesa, si acaso, es la que puede destinarse a formación.

-¿Qué presupuesto tendrá la unidad?

-No sabría concretarlo. La parte fundamental son los activos de personal y ese es un presupuesto cautivo.

-Hay un perfil de paciente de su unidad que parece que le preocupa especialmente.

-Sí, estamos especialmente sensibilizados con la problemática social de los pacientes del área, que según nuestros estudios es importante y condiciona mucho nuestro trabajo. Población muy envejecida, que vive sola o con otros ancianos a su cargo, dependientes en distintos niveles... Nuestra atención no acaba cuando prescribimos un determinado medicamento. Ahora más que antes hay que tener en cuenta quién se va a ocupar de los cuidados del paciente, quién le va a poder administrar una medicación, si la va a poder tomar, cómo hay que vigilarlo... la atención tiene que ser global y multidimensional porque esas circunstancias influyen en los reingresos, en la cumplimentación del tratamiento... tiene muchas repercusiones.

-¿Qué tiene que suponer ese objetivo de incorporar al paciente al proceso asistencial?

-Que el paciente debe tener información adecuada y veraz de su proceso, comprensible y que le permita tomar decisiones por sí mismo. Hoy tenemos tratamientos que son muy eficaces pero que tienen un perfil de riesgo alto, y ahí el médico y el propio paciente deben sopesar beneficios y riesgos, individualizando cada caso. Y lo mismo con las pruebas invasivas. El consentimiento informado es mucho más que firmar un papel.

-¿Cuáles son los procesos con más incidencia en la medicina interna de Cabueñes?

-La parte más importante de lo que vemos y hacemos tiene que ver con los pacientes con problemas respiratorios, una gran parte crónicos agudizados, y cardiacos.

-Con esa población tan importante de enfermos crónicos, ¿a Cabueñes le faltan camas?

-Puede haber momentos puntuales de saturación, precisamente por la población que atendemos, pero quizá lo que se habría que plantear es si el área no necesita disponer de otros recursos, que no sean hospitalarios, cuando la intensidad de los cuidados que necesita un paciente sean menores. Por ejemplo, cuando se trate sólo de controlar la administración oral de medicamentos o la atención de cambios posturales... Recursos que sean ágiles, ya sean unidades de cuidados intermedios, residencias del ERA o cualquier otra cosa.

-¿Cómo se puede hacer sostenible este sistema sanitario tan caro?

-Hay quien dice que nuestro sistema tiene una capacidad de mejora dentro de él mismo, incorporando la mejor evidencia disponible, la mejor forma de actuación y atención, promoviendo la atención precoz de los enfermos crónicos, trabajando la educación por la salud... Yo creo esta teoría. No sé si su magnitud es grande o pequeña, pero creo que aquí dentro hay capacidad de mejora.

-¿Qué diría del copago o de la reducción de algunos servicios?

-No creo que el copago sea la solución. Y la reducción de servicios la veo difícil. ¿Qué quitas? Lo que para uno puede ser accesorio quizá sea muy importante para otro.