Eloy MÉNDEZ

No existe generación en El Natahoyo que haya crecido sin la influencia de la Fundación Revillagigedo. La institución académica que el infante don Jaime inauguró el 18 de septiembre de 1929 en representación del rey Alfonso XIII ha visto pasar por sus aulas a miles de chicos del vecindario obrero que buscaban adquirir unos conocimientos útiles para afrontar con garantías la vida adulta. Por eso, el próximo 1 de octubre recibirá el galardón anual que concede la Asociación de Amigos del barrio durante una comida en el restaurante Savannah, en la que estará presente el flamante director del centro, José Luis Casaprima.

«Es un premio de agradecimiento por tantos años dedicados a la educación de los más jóvenes», señala Joaquín Cipitria, uno de los coordinadores del colectivo, junto a Enrique Martínez, Manuel Muñiz y su hermano Secundino Cipitria. En este caso, la celebración será doble, ya que Casaprima es el primer gijonés que dirige el centro de Formación Profesional. «Además es de El Natahoyo, su padre es miembro de nuestra asociación y su abuelo trabajaba en el astillero del dique de Duro Felguera, a pocos metros de donde se encuentra el Revillagigedo», explican los organizadores.

Pero la significación del premio va más allá. Se concederá en coincidencia con el bicentenario de la muerte de Gaspar Melchor de Jovellanos, nieto del primer marqués de San Esteban del Mar, nombre de la capilla situada junto al centro que dirigen los Jesuitas. «Queríamos tener un gesto con el ilustrado gijonés, que en sus diarios recoge sus paseos por el arenal de El Natahoyo, seguramente por su vinculación familiar con la zona», explica Cipitria.

La Fundación Revillagigedo es también un ejemplo de adaptación. Sin abandonar los principios que marcaron su puesta en marcha, orientados hacia «un plan de educación moral y técnica capaz de formar almas para Dios y ciudadanos útiles», ha sabido adecuar su oferta a las necesidades surgidas con el transcurso de las décadas. Así, aparecieron la Escuela de Preaprendizaje, la Oficialía y la Maestría Industrial. Durante años también se impartieron clases de EGB.

A día de hoy, y según sus propios responsables, el ideario de la escuela sigue siendo «la formación global del alumnado, de acuerdo con los principios y una visión humana y cristiana de la vida». Atrás queda la labor de decenas de docentes y directores que dejaron su huella en un barrio marcado por la rápida y, a veces, caótica industrialización. En nombre de todos ellos, Casaprima recogerá el galardón dentro de unas semanas, después de un almuerzo al que podrán acudir todos los que lo deseen, previa retirada de la invitación en varios establecimientos del Oeste. Así, se rendirá homenaje a un centro que no se ha cansado de dotar a El Natahoyo de sus mejores profesionales.