Eloy MÉNDEZ

Miguel del Arco inauguró ayer el curso académico en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) de Gijón con un discurso sobre su profesión que recogió un poco de todos los géneros, desde lo cómico a lo trágico. El director, actor y guionista madrileño hizo reír a los alumnos con las anécdotas que ilustraron sus inicios profesionales, pero también aprovechó su debut como conferenciante para advertirles de que los sueldos en el sector han «bajado de manera drástica, hasta situarse en niveles similares a los de hace quince años». No obstante, subrayó que la escasez de ayudas oficiales ha favorecido la aparición de un impulso creativo desconocido, fruto de la unión de los profesionales para hacer frente a los problemas derivados de la crisis.

«Lo primero que se recorta cuando las cosas van mal es la cultura», señaló el dramaturgo, que lamentó la «presencia masiva de muchos de nuestros compañeros en el paro» debido a la actual situación económica. Aun así, durante su intervención en la Laboral también reflejó la otra cara de la moneda, que representan los que han conseguido mantenerse a flote y que «han propiciado un gran auge de la creación artística». «Se están sacando adelante obras realmente interesantes, gracias a la colaboración de muchos que cuentan con muy poco. El resultado es que los teatros de Madrid están llenos», resaltó.

También defendió «el atrevimiento y la valentía» como valores fundamentales del actor. «En esta profesión, todos los días debemos enfrentarnos a nuestras limitaciones y al sentido del ridículo», les dijo a los atentos estudiantes, que llenaron el salón de actos de la ESAD, a los que también pidió «esfuerzo y sacrificio» porque «la apariencia de espontaneidad sólo surge del control absoluto que tenemos sobre lo que estamos haciendo». «El que interpreta es siempre el más importante, el que hace que una secuencia o una escena avance o no», prosiguió. «Debemos conseguir que parezca que lo que está sucediendo ocurre por primera vez», remató.

Del Arco aprovechó además su puesta en escena para ironizar sobre los tópicos que «desde un principio» han acompañado a «los que nos dedicamos a esto». «Cuando un niño dice que quiere ser actor, sus padres piensan que algo falla en su cabeza», comentó ante el asentimiento generalizado. Sin embargo, y pese a esas connotaciones negativas, se mostró convencido de que «nuestra profesión no puede cambiar el mundo, pero sí la mirada que tenemos sobre él». Para ello, sugirió a los presentes que desplieguen «todo el talento que lleváis dentro» cada vez que se suban el telón.

Por su parte, el director de la Escuela, Eladio de Pablo, aprovechó la presencia de la directora general de Universidades e Investigación, Pilar Castro, para poner sobre el tapete algunas de sus reclamaciones con vistas a cursos venideros. «Es necesario que las autoridades creen cuanto antes el Conservatorio de Danza de Asturias y que devuelvan a la ESAD la especialidad de Dirección de Escena», manifestó, puesto en pie, y durante una intervención trufada de palabras reivindicativas y también de felicitaciones por la nueva categoría de los estudios que se imparten en el centro. «Las enseñanzas artísticas superiores han dejado de ser consideradas especiales y, por fin, somos título de grado», explicó.

Además, se mostró satisfecho por la gran demanda registrada este año, con 28 alumnos en el primer curso, por encima incluso del cupo inicialmente marcado. «Tendremos a 90 chicos en Arte Dramático y a 26 en danza», expuso. Y mostró su orgullo por la trayectoria de muchos de los antiguos matriculados, como los seleccionados para asistir a un taller impartido por el actor estadounidense Kevin Spacey, que proceden mayoritariamente de la ESAD. «Buscamos un mundo mejor donde la belleza sea posible», finalizó antes de entregar los galardones a los nuevos titulados.