Luján PALACIOS

La arquitectura está viva, en muchas ocasiones parece brotar de la Naturaleza y permanece en el tiempo, y en distintos lugares a la vez. El arquitecto mierense Rogelio Ruiz Fernández realizó ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón un repaso por la historia de la arquitectura en el que destacó como pilares fundamentales la permanencia de las obras, las novedades que van surgiendo y lo importante que resulta la manera en que se integran en la arquitectura ya existente.

Ruiz, profesional de consolidada trayectoria, atesora junto con su equipo de trabajo un buen número de premios en concursos, y suyas son intervenciones como las piscinas de Cangas del Narcea, la rehabilitación del Mercado de Abastos de Avilés o la de la antigua Casa Maternal de Gijón. Ayer, «Día internacional de la arquitectura», fue presentado por el historiador Héctor Blanco, quien resaltó sus «más de veinte años de trabajo y su amplio conocimiento». Ruiz puso a disposición del público su dilatada experiencia para repasar cómo la arquitectura «aparece en épocas y espacios distintos con similares principios», y cómo las sensibilidades son parecidas en dentro del «deseo de forma» de los arquitectos, influida en la mayoría delas ocasiones por las propias formas de la naturaleza.

A lo largo de la conferencia, Ruiz mostró numerosas fotografías de obras a lo largo y ancho del planeta, con similitudes sorprendentes y con aciertos y errores arquitectónicos.

Así, el profesional mierense apostó por buscar una integración «que no sea agresiva con el entorno» de las obras, y que respete «la belleza y el sentido de la arquitectura existente». En ese hilo argumental, destacó que los arquitectos «no siempre podemos hacer lo que queremos», así como que la ciudadanía no siempre entiende sus intenciones.

Rogelio Ruiz denunció el hecho de que las administraciones públicas hayan dejado de lado uno de los pilares básicos de la arquitectura, el de la belleza, en aras de criterios mercantilistas. «Antes, cuando un vecino se hacía una casa con la fachada bonita, el Ayuntamiento le perdonaba la licencia; ahora, se prima que se construya a toda velocidad, y entonces no estamos hablando de arquitectura», subrayó. A ello se suma el hecho de que «las administraciones contratan la dirección de obra al mejor postor, y la idea inicial del arquitecto pasa finalmente a ser una cosa completamente diferente».

Además, «tenemos que tener en cuenta que la arquitectura permanece durante mucho tiempo y nuestros aciertos y errores suponen una gran responsabilidad». «Sólo tenemos una oportunidad para hacerlo bien, y cualquier error puede llevar al fracaso», advirtió.