C. JIMÉNEZ

Coincidiendo con la celebración del bicentenario del fallecimiento de Jovellanos y del 125.º aniversario de la demolición del monumento que, en sus orígenes, se conocía como «el Arco del Infante», «Arco de Pelayo» o, más popularmente como «la Puerta de la Villa», el historiador y experto en conservación y restauración de bienes culturales Héctor Blanco presentará esta tarde (20.00 horas, salón del Centro San Eutiquio), en el Club Prensa LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, una propuesta de recuperación de este histórico símbolo de la ciudad.

«En este momento sólo queda la referencia del nombre en las inmediaciones del lugar donde estuvo, pero no hay ninguna calle ni plaza que lleve su nombre», indica el historiador local. La iniciativa para su construcción partió del propio Jovellanos, en 1782. Era el símbolo de su plan de mejora para la ciudad. «Y el primer monumento civil de Gijón», arguye. El «Arco del Infante» se levantaba frente a la calle Corrida y cuenta Héctor Blanco que ocuparía el lugar donde se sitúa hoy la rampa de acceso al parking de la plaza del Seis de Agosto. Sobre el sillar central de la coronación del arco, destacaba en pronunciado relieve la figura de don Pelayo blandiendo una espada.

La propuesta de recuperación que plantea el historiador local considera una estructura al modo de escultura vegetal que da la bienvenida al Museo Guggenheim de Bilbao, conocida popularmente como «Puppy». «Ni se plantea una recreación mimética ni un falseamiento histórico de lo que fue la Puerta de la Villa, sino una adaptación a la realidad actual del lugar», argumenta Blanco. De su propuesta, muy avanzada ya, destaca que no obligaría a construir una estructura compleja. Un armazón de acero que abrace el monumento vegetal sería suficiente para hacer realidad esta idea. Sus dimensiones -doce metros de altura por diez de ancho y dos de profundidad- lo convierten en «un elemento permeable» de cara a su instalación. «Lo conveniente sería en la plaza del Seis de Agosto, pero no necesariamente tiene que estar en el emplazamiento original», aclara Blanco.

Su demolición se completó el 11 de noviembre de 1886. Cuando están a punto de cumplirse 125 años de aquel hecho, Héctor Blanco propone recuperar aquella simbólica construcción en forma de monumento vegetal. Lo pertinente, dice el historiador local, es traer a colación este recuerdo precisamente en el mismo año en que se conmemora el bicentenario de la muerte del prócer gijonés, puesto que fue él quien participó en su génesis. El derribo se justificó porque el monumento presentaba problemas de cimentación, según la versión oficial de la época. Pero tardó cinco años en completarse ese proceso. Blanco recuerda que la decisión englobaba la voluntad de los propietarios de aquel entorno -la plaza del Seis de Agosto- con el ánimo de darle una nueva cara al lugar, aportando una imagen más moderna que favoreciera la revalorización de sus solares.

El primitivo «Arco del Infante» permaneció en pie durante 104 años. Fue el símbolo del plan que Jovellanos presentó por aquellas fechas para avanzar en el progreso de la ciudad, recuerda Héctor Blanco, confiado en que se valore su propuesta de recuperación.