Director del Instituto Internacional Cuatrecasas de Estrategia Legal en Recursos Humanos

J. M. CEINOS

Invitado por la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), Fernando Moreno Piñero (Villafranca de los Barros, Badajoz, 1955) intervino ayer en una jornada organizada para analizar la situación en que queda la negociación colectiva tras la última reforma. Fernando Moreno Piñero es licenciado en Derecho y en Ciencias Políticas y Sociología, así como un destacado especialista en las reformas laborales que se han acometido en España desde 1980, cuando se incorporó a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Actualmente, es el director del Instituto Internacional Cuatrecasas de Estrategia Legal en Recursos Humanos y también consejero de la firma Cuatrecasas.

-¿El coste de los despidos improcedentes es el gran lastre para los empresarios para la recuperación económica?

-No. El coste de los despidos es el tema más llamativo, pero en absoluto es el problema de la economía española ni de las relaciones laborales. Durante los últimos veinticinco años, bien sea por leyes o por acuerdos sociales, se habló de la flexibilidad externa, o sea, cómo se contrata y cómo se despide. Y teníamos una asignatura pendiente, que es la flexibilidad interna: cómo puedo cambiar en la empresa las condiciones de jornada o de salario. Esa diferencia de filosofía entre la flexibilidad externa e interna ha tenido unas consecuencias muy graves, y es que cuando llegó la crisis otros países que han hecho sus deberes, el ejemplo típico es Alemania, se han adaptado a la crisis bien rebajando los salarios o las jornadas. Pero como en España nos faltaban esos mecanismos, se terminó despidiendo. Esa asignatura sigue estando pendiente y en ese escenario puede decirse que el despido no es el problema, pero el despido, también hay que decirlo, en España es caro.

-Pero las últimas declaraciones del presidente de la CEOE parece que van encaminadas hacia conseguir ya no el despido libre, que ya existe, van hacia el despido gratis, ¿o no?

-No creo que sea lo que pretenda la CEOE y, además, no lo permite la Constitución española. Por decirlo en cifras: actualmente en España el despido de 45 días, con un máximo de 42 mensualidades, significa 1.245 días de indemnización, mientras que la media europea está en la mitad. Pero no es tanto el coste como la seguridad jurídica, que es lo que piden los empresarios.

-¿Seguridad jurídica?

-Es decir, en un expediente colectivo, no individual, existe en España una cosa que no existe en ninguna parte del mundo, que se llama autorización administrativa. El director provincial de Trabajo tiene que autorizar al empresario que despida y esto no pasa en ninguna parte del mundo. Lo que se pide es que el empresario pueda tomar la decisión y que el juez lo controle. En cuanto al despido individual, ni esta reforma, ni la anterior ni la anterior han logrado definir claramente las causas del despido. Entonces, el empresario que alega no sabe cómo responderá el juez. Ésa es la asignatura pendiente: definir las causas del despido y no tanto el coste. O sea, habría empresas que preferirían un despido más caro si tuvieran claras las causas del despido.

-La última reforma laboral, que desencadenó la huelga general de septiembre de 2010, parece que no dio el resultado buscado en cuanto a la creación de empleo, más bien facilitó el despido...

-Pero no tiene nada que ver con el despido. Lo digo de otra manera: de cada cien personas que hoy entran en el desempleo, cincuenta entran al no renovarles el contrato temporal, veinticinco entran por estar afectados por un despido colectivo y apenas diez por un despido individual. Entonces, las empresas siguen utilizando la contratación temporal debido a que no saben cómo van a responder los jueces. Eso es lo que hay que romper, es un comportamiento patológico de los empresarios en España y que la reforma no fue capaz de romper.

-¿Le gusta o le disgusta lo que leyó de las propuestas electorales del Partido Popular con respecto al mercado laboral?

-Lo vi muy por encima. El tema de Mariano Rajoy o de otro es simplemente dar confianza a la economía española. Me da la impresión de que un inversor extranjero que venga a España es posible que piense que el PP le puede dar más confianza de futuro, ya que están dispuestos a afrontar más reformas. Respecto al programa del PSOE, que también leí por encima, me suena a algo que ya hemos vivido en los últimos ocho años y me aporta pocas novedades.

-Y que no dio resultado...

-Efectivamente. También hay que destacar la valentía que tuvo el último Gobierno socialista, sobre todo el ministro de Trabajo, a la hora de afrontar reformas que no se habían afrontado en España en los últimos treinta años. En el último año hubo más de once leyes que afectan al mercado laboral, que se dice pronto. Se han hecho muchas cosas y se diagnosticó bien la situación, pero cuando llegó la hora de poner las medidas no se acertó.

-En medio de una situación económica tremendamente complicada, ¿qué recomendación le haría a un empresario que está negociando o se dispone a negociar un convenio colectivo?

-Me lo pone difícil. No obstante, yo haría una consideración puramente estadística. Acabo de revisar las cifras europeas del segundo trimestre de este año de incrementos salariales y las comparé con la tasa de paro. Entonces, en España, en el segundo trimestre de 2011, los salarios han subido un 2,6 por ciento, cuando nuestra tasa de paro es del 21 por ciento. Luego miré países con los que últimamente nos comparan mucho, como Portugal, Irlanda y Grecia. Pues bien, mientras nosotros tenemos el 21 por ciento de paro, el que nos sigue es Portugal con el 15 por ciento, y allí han bajado los salarios un 3,5 por ciento. Irlanda, con el 12 por ciento de paro, bajó los salarios un 2,5 por ciento y Grecia lo mismo con un 14 por ciento de paro. Es decir, en España, debido a que hemos vivido una burbuja económica, nos hemos creído más ricos de lo que realmente éramos y todavía nos seguimos comportando, de alguna manera, como si fuéramos ricos y continuamos aumentando los salarios. Eso qué significa, que el empresario no contratará a nadie mientras siga pensando que le cuesta contratar a un trabajador un 2,6 por ciento más que el año pasado.

-Si se bajan los salarios también desciende el consumo...

-Pero se pueden contratar más personas...

-Sin demanda baja la producción...

-No. Brasil, por ejemplo, está dando incrementos salariales del 9 por ciento con productividades del 11 y del 12 por ciento, mientras que en España estamos dando incrementos salariales del 2,6 por ciento con productividades de menos de un 1 por ciento.