javier tuya gonzález Director de la Cátedra Indra de la Universidad de Oviedo

C. JIMÉNEZ

La gran envergadura del proyecto de la línea de Alta Velocidad entre Medina y La Meca, bautizado como «AVE del desierto», que acaba de ser adjudicado por la Organización Saudí de Ferrocarriles a un consorcio de empresas españolas entre las que se encuentra la multinacional Indra, con uno de sus núcleos de excelencia tecnológica («software lab») en Gijón, hace prever a todos los intervenientes una ambiciosa iniciativa para la que ya han comenzado a prepararse.

En su sede gijonesa están especializados en el diseño y desarrollo de alta tecnología, con el foco puesto en el desarrollo de sistemas críticos de tráfico aéreo, aunque también prestan soporte a la ejecución de proyectos de ciclo completo de la compañía, que cubren desde las actividades de diseño y construcción de los sistemas, hasta la entrega de los productos, con presencia en todo el mundo. Por este motivo, aunque se encuentran pendientes todavía de concretar cómo se va a organizar el trabajo, no se descarta la posibilidad de que desde la sede gijonesa puedan colaborar en el contrato del denominado «AVE del desierto».

Será el primer proyecto «llave en mano» de la alta velocidad, que incluye el montaje de la línea ferroviaria de unos 450 kilómetros de longitud y diseñada para que los trenes circulen a una velocidad de hasta 300 kilómetros por hora. También prevé la instalación de los sistemas de señalización y telecomunicaciones, la electrificación y el centro de operaciones y control, así como el suministro por parte de Talgo de 35 trenes AVE con capacidad para 450 viajeros cada uno, con posibilidad de compra de 23 más, y la operación y el mantenimiento de la línea durante doce años. Algo «muy nuevo» para todos los intervenientes.

La compañía Indra suministrará, entre otros, los sistemas de gestión, telecomunicaciones, «ticketing» y seguridad para la que será la mayor línea ferroviaria de Arabia Saudí, con más de 160.000 pasajeros diarios. La Organización Saudí de Ferrocarriles (SRO) ha elegido la oferta del consorcio español para equipar, gestionar y mantener durante doce años esta línea. El proyecto pone en valor el desarrollo de tecnología española de primer nivel y con potencial de exportación, a juicio de los responsables de Indra.

La empresa iniciaba su actividad a principios de 2010 en el Parque Tecnológico de Cabueñes con el objeto de continuar con los desarrollos para sus principales clientes, AENA en España y NATS y DFS en Gran Bretaña y Alemania. Su capital humano era netamente asturiano: medio centenar de personas, entre ingenieros aeronáuticos, industriales, de telecomunicación e informáticos, así como licenciados en Matemáticas y Físicas, procedentes en un 85% de la Universidad de Oviedo.

En el proyecto de Alta Velocidad entre Medina y La Meca, entre las compañías privadas, además de Indra, se incluyen OHL, Cobra (grupo ACS), Consultrans, Copasa, Imanthia, Inabensa, Dimetronic y Talgo, que será la encargada de suministrar los trenes. Asimismo están presentes las sociedades públicas Renfe, Adif e Ineco, dependientes del Ministerio de Fomento. En total serán doce empresas españolas y otras dos saudíes. Al mismo «megacontrato», adjudicado con un presupuesto de 6.736 millones de euros, también intentará engancharse Arcelor-Mittal. Las instalaciones siderúrgicas asturianas son el líder mundial en producción de raíles ferroviarios. En ese contexto, el gigante del acero competiría con otros fabricantes europeos cuyas plantas son de mayores dimensiones que la gijonesa en la que se fabrican raíles de este tipo. La planta asturiana ha desarrollado un sistema más competitivo, y de elevada productividad.

C. JIMÉNEZ

El profesor de Lenguaje y Sistemas Informáticos Pablo Javier Tuya González, coordinador del grupo de ingeniería del software de la Universidad de Oviedo, es desde el pasado octubre el nuevo director de la Cátedra Indra recién inaugurada en la Universidad de Oviedo

-¿Cómo surgió la iniciativa?

-Fue un poco después de que pusieran en marcha la idea el director de la Politécnica, Hilario López, y del director del software lab de Gijón, Venancio Ranz, que ya llevaban bastante tiempo preparando. Paralelamente, yo tenía relación con la empresa porque habíamos colaborado en algunos proyectos de fin de carrera, también estamos muy metidos en «testing», que es una cosa que les interesa mucho, y surgió la idea de hacer un proyecto conjunto que estamos planteando ahora y que empezaremos posiblemente el año que viene sobre el tema de «testing».

-¿Qué ventajas aporta en las relaciones de la Universidad con la empresa?

-Se trata de una relación estable. La cátedra es un convenio marco que aglutina todo eso y que puede derivar en la parte docente, para los estudiantes, con becas y premios; y también desde el punto de vista de investigación, porque pueden surgir más iniciativas. Es una especie de paraguas que hace que sea todo mucho más fluido.

-¿Lo más inmediato serán los premios fin de carrera y becas?

-Lo que estamos preparando para arrancar a primeros de año serían los premios fin de carrera, de los que ya se había hablado hace tiempo, y becas en prácticas en la empresa que sirven para el reconocimiento de créditos. La otra fórmula son contratos de prácticas, que estarán gestionados a través de la cátedra.

-¿Existían colaboraciones previas con Indra?

-Antes de la creación de la cátedra estábamos negociando un proyecto de investigación que comenzaremos el año que viene. Es en el área de pruebas de software. En ese tema, desde el grupo de ingeniería del software estamos muy conectados con todas las empresas de España y también a escala internacional. Ellos sabían eso y nos propusieron hacer algún proyecto para iniciar el contacto.

-¿Qué posibilidades ofrece esa colaboración para los titulados?

-Es fundamental porque se trata de una empresa puntera en tecnología. A veces se dice que Asturias es tradicional en tecnología, pero eso está cambiando. Nosotros podemos conocer otros ámbitos de trabajo y establecer nuevos vínculos en sectores de software crítico y de alta responsabilidad. Para los estudiantes existe un componente de contacto real con una gran multinacional.

-De hecho, la Universidad de Oviedo ha ejercido de cantera del «software lab» de Gijón.

-Totalmente. Salvo el núcleo inicial de la empresa, el resto son titulados de la Escuela Politécnica, sobre todo de Telecomunicación e Informática.

-¿Qué importancia tienen los sistemas de software crítico?

-Cubren todo lo relacionado con tráfico aéreo, control de sistemas sanitarios, dispositivos médicos... En general, en la vida cotidiana dependemos de todo tipo de software, pero en el caso del software crítico la dependencia es mucho mayor; por eso tienen que ser sistemas de mucha mejor calidad y para eso se necesitan técnicos muy bien preparados y empresas sólidas.

-¿Qué tipo de especialización se requiere?

-En general, el profesional de la informática se caracteriza, como el ingeniero industrial, por ser capaz de trabajar para cualquier tipo de sector. Eso no quiere decir que tenga que especializar sus estudios en un sector concreto, pero sí que su entrada en la empresa y su desarrollo profesional sean más rápidos.

-¿El máster en informática que comenzó este año profundiza un poco en esas necesidades?

-Sí. Tiene una parte más de gestión orientada a la dirección de empresas y luego otras asignaturas donde, además de los conceptos generales, se organiza vía seminario hacia sectores concretos: Administración pública, tráfico aéreo y otros ámbitos de negocio.

-A nivel de usuario, ¿cuáles son los principales problemas de seguridad?

-Ahí es importante hacer un poco de didáctica y comenzar a prevenir problemas por uno mismo. Ahora mismo los móviles son otro punto de posible entrada de virus porque al final son ordenadores.

-¿Qué opina de los ataques de la red «Annonymous»?

-Afortunadamente, yo nunca he sido afectado por un virus pero no sé qué hay detrás de eso. A veces descubren agujeros de seguridad y sirve para taparlos, pero otras veces también pueden provocar bastantes perjuicios. Todo lo que sea revelar información o incluso atacar y modificar un sistema es malo.

-¿Sigue existiendo expectativa por la Ingeniería Informática en la Universidad?

-Yo creo que sí. Además el plan de ingeniería informática anterior, el que se está extinguiendo, era muy antiguo y, aprovechando Bolonia, se han renovado todos los contenidos. Una carrera con tantas asignaturas de dirección y conocimiento de la empresa, hace años, era, no impensable, pero sí muy difícil, y ahora se ha conseguido.

-¿Qué se avanzó con Bolonia?

-Ahora mismo todos los planes de estudios tienen el mismo esquema. Antes era distinto. Luchábamos por cambiar el plan, pero entre unas cosas y otras nunca se conseguía. Ahora sí, se han unificado en la Politécnica todas las ingenierías y eso para mí es totalmente positivo. Enriquece mucho que los alumnos de Informática se relacionen también con los de Industriales y Telecomunicaciones.