San Nicolás de Bari debería estar encantado con sus parroquianos de El Coto. El barrio gijonés mostró ayer gran devoción hacia el patrón de su parroquia con una multitudinaria misa solemne, concelebrada por 29 sacerdotes, embellecida con música y danzas asturianas y seguida de procesión y comida de confraternización. No faltó el homenajeado, como viene siendo tradicional, con el título de «feligrés ejemplar», que este año recayó sobre Francisco Ataún Espilla.

Éste recibió una estatuilla de San Nicolás de Bari, obra del escultor capuchino Oteiza, y un diploma por «sus servicios a la comunidad». Especialmente, reconocieron sus labores en la tesorería parroquial como presidente del consejo económico, cargo en el que lleva desde los inicios de la parroquia. «No contaba con esto porque no me gusta mucho, ya que siempre quiero estar el último de la fila», señaló el feligrés distinguido, que aseguró que realiza trabajos para la parroquia «por vocación». Salió a recoger el premio junto a su hija, Leticia Ataún.

San Nicolás de Bari ejerció de obispo lejos del Principado, en Asia Menor; pero ayer le honraron como si fuese asturiano. El grupo de Coros y Danzas «Jovellanos» y la Banda de Gaitas «Pepe Blanco» se encargaron de que la ceremonia sonase los más astur posible. Los roncones ya animaron la entrada de los devotos al templo, que se abarrotó para hacer honores a su patrón. Arrancó la ceremonia con el baile del corri-corri. Unas pandereteras marcaban el ritmo, mientras otras seis mujeres entraban en la iglesia con las ofrendas, que les fueron entregadas a varios concelebrantes. Comenzó entonces la danza. Ellas seis, con movimientos acompasados sosteniendo ramas de laurel. Enfrente, un bailarín dando brincos, al que, al final de su actuación, el resbaladizo suelo le traicionó. No importó, la gente rompió en aplausos y se inició la ceremonia.

Fernando Fueyo, párroco de El Coto, presentó a los otros 28 sacerdotes que oficiaron la misa. Muchos de ellos repetían tras experiencias pasadas. «Hay que saber lo que se mete en casa», bromeó Fueyo. Al mando de la ceremonia estuvo Jorge Juan Fernández Sangrador, vicario general de la diócesis de Oviedo, que repasó en su homilía sucintamente la vida de Nicolás de Bari en el siglo IV. Asimismo, recordó «los orígenes cristianos» de Europa a colación de la reunión que van a mantener los jefes de Estado de la UE.

A pesar de la amenaza de lluvia, el tiempo respetó a la procesión, que paseó por los alrededores al santo y a la Virgen. En la plaza de la República les honraron con más bailes asturianos. No faltaron tampoco las proclamas. «¿Cuándo nos falló San Nicolás?», gritó Fueyo en la iglesia. «Jamás», contestaron los feligreses. El párroco repitió una vez más la pregunta, obteniendo la misma respuesta. Aunque alguien de entre los fieles le replicó con humor ante su insistencia: «¿Estás sordu? Pues quítate los tapones». Una muestra más de la alegría que se desborda en El Coto con su devoción hacia el patrón. También se hizo gala de esa unión en la posterior comida celebrada en El Pinal, en Peón, a la que asistieron 400 personas. No faltó el baile ni el sorteo de regalos. Y la fiesta de San Nicolás se alargó hasta bien entrada la tarde-noche.