Nació hace 39 años en La Felguera, pero siempre que vuelve a Asturias lo hace a Gijón, donde residen sus progenitores tras jubilarse del taller de Barros de Duro Felguera, su padre, y del Colegio Beata Imelda, su madre. Pablo Rodríguez Rodríguez cursó Ingeniería de Telecomunicaciones en Pamplona, se doctoró en Físicas en Londres e inició en Suiza otro doctorado que concluyó en Estados Unidos. A California llegó en 1999. Su paso por Norteamérica le llevó desde empresas incipientes («start-ups») creadas en garajes hasta gigantes como Yahoo o Microsoft, para el que creó el sistema que éste emplea en las descargas de contenidos de internet. Desde hace unos años es el director científico de Telefónica I+D, encargándose de la investigación mundial de la compañía sobre internet, desde Barcelona. Es el único extranjero en el equipo de la National Science Foundation, de Estados Unidos, que diseña la internet del futuro.

-Ha rodado por medio mundo.

-Es que no queda otra. En este mundo la única seguridad que hay es reinventarse en cada momento y estar preparado para lo que llegue, arriesgarte y tirarte a la piscina muchas veces sin ver si hay agua. Sobre todo en el campo de la tecnología y la innovación. En aquel momento había que ir a Estados Unidos. El concepto de emprendedor que trabajaba desde un garaje con tres amigos, que recibía financiación para trabajar seis meses, si salía bien le daban para otros seis y si no tenía que cerrar y empezar de cero, era un concepto desconocido en Europa. Nosotros lanzamos ahora aquí algo parecido que se llama Wayra.

-¿Por qué?

-Es el reconocimiento de que la innovación está en la calle, que no está sólo en las grandes empresas. Este proyecto de Telefónica se destina a pequeños emprendedores, dándoles la capacidad de coger sus ideas, se las financia de seis meses a un año, les provee espacio físico, soporte financiero, estratégico, tecnológico y legal. Faltaba esta pata en España y está teniendo mucho éxito. Hemos recibido unas 4.500 ideas de los cinco países en los que lanzamos Wayra. De esas 4.500 se filtran 30 y se van a financiar 10.

-¿Echa algo en falta en la Universidad española?

-Que fomente el inglés y que esté más cerca de las empresas para comprender sus necesidades reales. En Estados Unidos los profesores se pasan los tres meses de verano trabajando en alguna compañía. Nosotros tenemos en Barcelona en verano entre 50 y 60 becarios que vienen de universidades mayoritariamente extranjeras, porque facilitan más la inclusión en la empresa.

-Usted es el único no estadounidense en el diseño de la internet del futuro. ¿Cómo llegó ahí?

-Me he creado una reputación. Yo había trabajado mucho en redes P2P (las que se usan para la descarga de contenidos de internet) y en temas de seguridad y ésos son dos pilares básicos de las discusiones.

-¿Y cómo va a ser?

-Primero fue la internet de las máquinas, ahora la de las personas con las redes sociales y lo próximo será la internet de los objetos.

-¿A qué se refiere?

-A que se conecten a la red y dotarlos de inteligencia; a dotar de vida a un objeto muerto.

-¿Se han imaginado ya algunas de las utilidades?

-Colocar sensores en las ciudades para mejorar la gestión del tráfico y regular el consumo energético. También poner sensores en objetos cotidianos. Tenemos proyectos con varias entidades para encontrar utilidades a esta tecnología. Para nosotros es muy importante la innovación abierta y intentamos aliarnos con socios estratégicos para avanzar más.

-¿Por ejemplo?

-Con la Laboral, con la que lanzamos un reto a la comunidad de diseñadores y artistas para pensar más allá de lo que piensa un ingeniero sobre un objeto.

-¿Qué objetos?

-El objetivo del concurso con Laboral es precisamente eso; abrir el abanico. Nosotros hemos probado con varias cosas: desde una botella que tiene un sensor de posición, orientación y temperatura para saber el estado del vino, hasta un dispositivo que estamos haciendo ahora para los taxis que mide los niveles de polución, ruido y tráfico, o una lámpara hecha con Lego que va cambiando de color dependiendo de tu actividad en las redes sociales, es decir, del trabajo pendiente en el correo.

-¿Cuáles son las barreras?

-Para el desarrollo de internet es muy importante que se democratice el proceso de innovación. Acabamos de llegar a un acuerdo con la compañía Arduino, que ha abaratado a 20 euros una plataforma digital que antes costaba 200. Lo que le faltaba a este hardware era conectarlo a internet y eso es lo que lanzamos con ellos. Eso va a permitir a cualquier desarrollador empezar a jugar con la internet de las cosas, al abaratar las herramientas. El otro día lo hicimos en la Campus Party. Llevamos estas placas de Arduino para ver qué se le ocurría a la gente y nos sorprendió ver cómo un padre logró que en media hora su hijo creara un control remoto para un tractor con esa placa y un móvil.

-Los primeros teléfonos móviles estaban pensados para hablar. Hoy incorporan otras funciones. Conocen con qué comienza esta tecnología nueva para internet. ¿Saben dónde puede acabar?

-El mundo se está convirtiendo en un mundo móvil. Los teléfonos vienen cada vez con más sensores y ven más de lo que tú puedes ver con las cámaras. Escuchan lo que pasa a tu alrededor y se están convirtiendo en una grabadora de lo que está pasando en tu vida. El futuro de los móviles va más allá de la comunicación; se están convirtiendo en una parte extendida de tu cerebro y de tus capacidades sensoriales, porque son capaces de escuchar más allá de lo que tú puedes. En lo que ahora estamos para internet, sabemos dónde empieza pero no dónde acaba. Por eso es tan importante hacer innovación abierta. Si nosotros dentro de Telefónica nos centrásemos en nuestros problemas, utilizando nuestras soluciones, probablemente no avanzaríamos mucho. Es por eso que en las relaciones como con Laboral, abriéndolo a un mundo desconocido para nosotros, nos permiten ver más allá.

-¿Tienen más proyectos?

- Con Bulli Foundation estamos ayudando a diseñar el centro de creatividad del futuro con el cocinero Ferran Adrià. Con el Fútbol Club Barcelona tratamos de dar acceso masivo a internet desde el Camp Nou sin colapsar la red.

-No parece un reto sencillo.

-Sí, pero puede pasar que en un descanso el 80% de la gente se ponga a «tuitear» o a descargar información de internet. Eso es un reto para las redes actuales, porque puedes tener 100.000 personas en un espacio reducido como un estadio y en un período muy corto de tiempo, subiendo o bajando información. Estamos utilizando el Nou Camp como prueba piloto para utilizar nuevas tecnologías de conectividad inalámbrica. Esperamos que este conocimiento lo podamos replicar en los Juegos Olímpicos de Londres o en los Mundiales y en los Juegos Olímpicos de Brasil. Otra complicación es que un campo de fútbol tiene unas estructuras muy raras, con mucho cemento y metal que impide que se pueda solucionar poniendo una antena grande y ya está. Sólo para cubrir bien el Nou Camp tendríamos que poner tantas antenas como en toda Barcelona.

-¿La solución?

-Pasará por meclar nuevas tecnologías wifi con tecnologías inalámbricas avanzadas, que tienen antenas sectoriales, casi tipo láser, que son capaces de mandar señales a espacios muy concretos. Cubrir el campo con mucha densidad de antenas pero equipos más pequeños y muy baratos. Serán microantenas. Son antenas que ya se están utilizando para cubrir eventos con miles de personas en un espacio muy reducido y para proveer de conectividad a zonas rurales, enlazando una antena con otra en varios saltos. Lo hemos probado, por ejemplo, en zonas de la selva en Chile y Perú a las que llevamos internet.

-¿Cuál cree que es el futuro del ordenador?

-Se quedará como una herramienta de trabajo. Para el ocio y el entretenimiento tendremos el uso de las tabletas y los teléfonos móviles para comunicarse.