Luján PALACIOS

Un universo elaborado a escala que supone un paraíso para los amantes de los raíles. El Museo del Ferrocarril alberga este fin de semana el XIII Mercadillo Anual Ferroviario de los Amigos del Ferrocarril de Gijón, una cita indispensable para coleccionistas, nostálgicos y enamorados de los trenes en general. En los andenes del recinto se exponen para su venta miniaturas y todo tipo de objetos relacionados con el mundo ferroviario, y a ellos acuden cada año numerosos especialistas en la materia.

«Yo ya he comprado cuatro cosas, una máquina y tres vagones», confesaba ante uno de los puestos Paco Ávila, de Avilés. Las nuevas adquisiciones pasarán a formar parte de una colección compuesta por, entre otras cosas, unas 40 máquinas. Además de juntar pequeñas joyas en miniatura, Ávila también pone su paciencia al servicio de la afición. Junto con su amigo Manuel Cañamero, de Trasona, ya ha elaborado varias piezas. «Tengo cinco locomotoras hechas por mí; les dedico todo el tiempo que puedo», afirma Cañamero, que además cuenta con una gran ayuda: «Mi mujer es una gran aficionada, así que no me pone ninguna pega y se viene conmigo a todos los eventos relacionados con el ferrocarril».

Junto con las máquinas y vagones, el vecino de Trasona también atesora una buena colección de pegatinas, fotografías y objetos relacionados con los trenes. «Guardo de todo un poco», comenta.

Otros, como Sergio Suárez, de El Entrego, aúnan sus dos pasiones, el ferrocarril y la imagen. El resultado: grabaciones en vídeo de alta calidad de todo el trayecto de Pajares, así como numerosas instantáneas del paso de los convoyes montaña arriba. «Esas imágenes serán historia algún día», aventura Suárez, que también aprovecha sus excursiones ferroviarias para captar imágenes de la abundante fauna que vive en el entorno de las vías. «He fotografiado zorros, águilas y hasta lagartos», afirma.

Entre los objetos a la venta en el mercadillo se pueden encontrar numerosos artículos, desde chapas y llaveros hasta libros. Pero las estrellas siguen siendo las máquinas y vagones, algunas de las cuales causan furor entre los entendidos. «Este año la novedad es la locomotora de vapor 0-30 de Ibertren, una reproducción de los años 60», explica José Manuel Ares, vendedor llegado de Cantabria. Él acude cada año puntual a la cita de Gijón, en la que «se nota mucha afición» y donde, a pesar de la crisis, «se siguen vendiendo cosas».

En esta edición, y por las apreturas económicas, «lo que más salida tiene, junto con las novedades, son los objetos que tenemos en liquidación», indica Ares. También hay caprichos más caros, como una máquina que emite sonido y despide humo por la chimenea. El precio supera los 500 euros, y este año está siendo más difícil venderla.

Además de los puestos de venta, los aficionados también pueden pasar un buen rato con la maqueta modular, compuesta por 24 piezas diferentes unidas por las que transitan media docena de trenes. Los módulos son creaciones artesanales de aficionados como el ovetense Santiago González, con una colección que supera el millar de piezas. «Cada una de ellas es como un hijo, son sabes con cuál quedarte», asegura. Ayer, con «imaginación y presupuesto», mostraba junto con otros aficionados el resultado de un trabajo minucioso, con convoyes entrecruzándose en los pasos a nivel en miniatura.

Jesús Suárez, presidente de Amigos del Ferrocarril, vaticinaba un nuevo éxito del mercadillo acompañado por Aniceto Rodríguez y Juan Rodríguez, vocal y tesorero del colectivo. «Todavía hay afición».