Lara Álvarez tiene club de fans oficial y 42.000 seguidores en Twitter que a diario le lanzan piropos, le dan enhorabuenas y le ratifican cuánto la quiere la cámara -porque lo suyo, está claro, es fotogenia en estado puro-. Y, sin embargo, esta gijonesa, que en muy poco tiempo se ha hecho un hueco enorme en la parrilla televisiva española, debe ser dura de oído o inmune a las lisonjas, porque necesita pasar a diario el examen crítico de su familia. En algunas de las cuatro o cinco llamadas que cada jornada hace a sus padres, Raúl y Gracia -sobre todo en busca de su madre-, acabará pidiendo el análisis imparcial de los de casa para saber cómo mejorar. Porque cuentan que Lara nunca dará por bueno del todo un informativo o una presencia suya en pantalla: «Siempre pone pegas a lo que hace; es una perfeccionista increíble».

A esa perfeccionista seguro que le pareció poco haber ganado para la Agisdem (Asociación para la Integración de las Personas con Discapacidad Psíquica de Gijón) 40.000 euros en el programa televisivo «Uno para ganar», que conduce Jesús Vázquez. No quiso arriesgar la gijonesa (que tuvo como compañero de aventura a otro periodista deportivo de la cadena, Luis García), por mucho que le tentasen los 500.000 euros del premio gordo. E hizo bien, porque a su destreza y su cabeza fría les están más que agradecidos estos días en Agisdem por una aportación que supone casi el 10 por ciento de los ingresos anuales de la entidad.

Ese éxito en el concurso de Cuatro es el último del que está orgullosa en Gijón la familia Álvarez Ordóñez, que en pocos años se han tenido que acostumbrar al ascenso meteórico de Lara en el sector periodístico, con incursiones también en los programas de corazón, de la mano de algunos «ex», como Sergio Ramos. Pero ella de esos temas no habla. Y bien difícil que es dejarla muda.

Fue Jesús Hermida uno de los primeros en ver con claridad el capital comunicativo que había en Lara. Tras coincidir con la gijonesa en un seminario del Centro Universitario Villanueva (Madrid), donde estudiaba la joven, le dio el toque: «Niña, tú tienes que dedicarte a la televisión». A Nieves Herrero le debe la primera oportunidad en Telemadrid y le atribuye que «como jefa, me enseñó a vivir y a disfrutar del periodismo».

Aunque primero le tentó la radio y luego pensó en hacerse periodista de investigación, lo cierto es que la tele ha arrasado con todo. «Hoy por ti» (2005) en Telemadrid; «MarcaGol» o «Tiramillas» (2010-2011) para Marca Tv; la Sexta Deportes; «¿Qué quieres que te diga? (2011), en Cuatro, y en la actualidad la edición nocturna de Deportes Cuatro son sólo algunas de las experiencias laborales que acumula esta alumna del Colegio de la Inmaculada a la que en breve espera el Mundial de motociclismo, que cubrirá para Telecinco. Y como buena perfeccionista, ya está yendo a clases de conversación en inglés -para ganar fluidez- y ha decidido apuntarse también a italiano.

Lara Álvarez (Gijón, 1986) fue desde pequeña algo más que una alumna aplicada de los Jesuitas. Tenía desparpajo y don de gentes. Atributos que en su entorno dicen que son herencia clara de su abuela materna, Amalia Ordóñez Madera, a quien la nieta siempre se ha sentido muy unida. Tanto, que sin encomendarse a nadie se tatuó una pequeña orquídea, la flor simbólica de la familia -que tiene que ver con la floristería La Orquídea, que durante años regentaron sus abuelos y ahora su tía María, que la adora-. «La abuela la enseñó a caminar y también a ser como es, expansiva y alegre», dicen en la familia.

Otro ramalazo de autonomía lo tuvo Lara Álvarez bien pequeña cuando, siendo apenas una escolar, llamó a escondidas al concurso televisivo «Menudas estrellas», en el que resultó finalista con su interpretación de Janet Jackson. Tendría 10 o 12 años, y con el dinero que ganó llevó a toda la familia a Eurodisney. «Es la neña más rica que puede haber», lanzan con efusividad en su entorno. No es de extrañar que ella se defina como una persona muy familiar, que necesita pasar por Asturias a cargar «mimos» de los suyos y a cuidar un poco o dejarse cuidar por Bosco, su hermano. Natural, cabezota y paciente -virtudes y defectos que se reconoce ella misma-, trabajadora y con ganas de progresar en el periodismo, su entusiasmo vital ha encontrado acomodo en el sector del deporte. Y no para de apuntarse tantos.