Miren Manterola es un ejemplo de cómo el talento humano puede ocultar grandes recursos que en las convergencias de la vida pueden aflorar, o por el contrario permanecer silenciados para siempre. Produce tristeza pensar en todas las capacidades que se habrán perdido por falta de recursos o de simple azar, aunque para consolarnos aquí está una mujer que sin sospecharlo, un día descubrió su importante vena artística. Desde entonces su camino ha seguido la ruta de la aceptación y el éxito. Su pintura es profunda, idealista, casi mística.

-Por favor defínase.

-Ante todo considero fundamental haber nacido mujer con todo lo que conlleva. La pintura es para mí algo vital, la necesito para vivir. Soy tan exigente conmigo misma que a veces me hago daño. He aprendido a conjugar el trabajo con la familia; tengo esposo y una hija. Amigas, pocas, pero buenas. En cuanto al arte me gusta relacionarme con personas de mi profesión, viajar, acudir a ferias, investigar...

-¿Dónde vive?

-En la zona de Moreda. Aunque nací en Lastres (1959), resido en Gijón desde que tenía diez años. Soy la mayor de tres hermanos. Mi nombre, Miren, significa María en vasco; una contribución a mi ascendente.

-¿De pequeña, qué quería ser?

-Nunca lo supe. Fui una niña creativa, pero jamás toqué el dibujo. Más bien me inclinaba hacia las matemáticas.

-¿Cuándo descubrió la pintura?

-A finales de la década de los 90 no pasaba por un buen momento y alguien me ayudó a encontrarme a mí misma. En medio de tantas reflexiones un día me enfrenté a un bloc de dibujo en blanco y algo me obligó a entrar en él. Fue sorprendente. Vi con toda claridad que mi espíritu creativo había abierto su cauce.

-¿Esto significa que es autodidacta?

-No, me puse a estudiar. Asistí durante cuatro años a la Escuela de Artes y Oficios de Avilés, y posteriormente hice un curso en Litografías Viña. A partir de ahí comencé a pintar en serio.

-¿Recuerda su primer cuadro?

-Sí, era un acopia de un Monet que representa un camino y un árbol. Se lo regalé a mi marido. Nunca he vuelto a copiar.

-¿Y su primera exposición?

-Colectivas he celebrado muchas, pero individualmente me estrené en 2008; antes no me atrevía, necesitaba sentirme segura; hoy confío en lo que hago.

-¿Pasa por un buen momento evolutivo?

-Creo que sí, al menos lo que estoy haciendo ahora me gusta mucho, aunque un artista siempre está en continua búsqueda.

-¿Cómo la ha tratado la crítica?

-Estupendamente; en mi pagina web tengo una recopilación magnífica de comentarios sobre mi obra; www.mirenmanterola.com

-¿Estos guardan consonancia con el porcentaje de sus ventas?

-No sabría valorarlo. Yo no vivo de la pintura y el dinero que consigo suelo emplearlo en formación, en estar al día sobre tendencias, en viajar para ver por dónde van las últimas corrientes.

-¿Le tentó alguna vez el mundo de los grafiteros?

-Tengo amigos grafiteros y respeto mucho su tarea, me parece un arte sensacional, lleno de libertad; trabajan por necesidad vital, al margen de lo económico, aunque no debería ser así, alguien les debería reconocer y pagar.

-¿Cómo definiría su propia obra?

-Es un camino que va desde la figuración a la abstracción. Creo que ante ella se debe reflexionar.

-¿Qué se llevaría del Museo del Prado?

-Las Hilanderas de Velázquez, me encanta, entre tantas cosas, su movimiento. Del Reina Sofía quizá me quedara con algo de Richard Serra.

-¿Piensa que en el arte moderno hay mucha impostura?

-No, debemos ser respetuosos con todos los estilos y tendencias; los artistas tendrán algún motivo para hacer lo que hacen. A mí me gusta hablar con el pintor cuando no entiendo su trabajo, que me ayude a descubrir la comunicación espiritual que emana de una obra de arte.

-¿Es usted consciente de que Gijón tiene algo especial, de ahí que sea cuna de magníficos pintores?

-Sí, es imposible inhibirse de su belleza; las sugerencias que ofrece su geografía son infinitas.

-¿Suele asaltarla el estrés en el hecho creativo?

-Sí, soy una persona muy cíclica y de la realización paso al agotamiento, así que combato ese punto de estrés durmiendo muchas horas.

-¿El hombre de su vida tiene que tener sentido artístico?

-No, cada uno disfruta de su parcela y ésta debe respetarse. A mi marido le encanta el deporte, y estamos tan contentos en esa diversidad.

-¿Qué talento añadiría a su persona?

-El necesario para haber sido una bailarina clásica. Hace años recibí unas clases de ballet, disfruté mucho pero reconozco que no tengo cualidades.

-¿Cambiaría algo de su apariencia física?

-Sí, los diez quilos que me sobran. Soy muy desordenada en mi alimentación, me gusta comer lo que no debo. Pero por el quirófano no pasaría.

-¿Qué posee que sea para usted más querido?

-Mis libros. La lectura me encanta.

-¿Cómo ve su futuro artístico?

-Avanzando siempre. Sé que esto es una lucha diaria y constante, pero mantengo mi ilusión viva. Este año que se termina, 2011, ha sido muy importante. En el mes de marzo expuse en el salón de la Caja Rural de Gijón; en julio en Vitoria y en septiembre en Marbella.

-¿Feliz Navidad, pues?

-Aunque sé que no son tiempos halagüeños para mucha gente, desearía a todos la mayor felicidad.

«Veo mi futuro artístico avanzando siempre; sé que esto es una lucha diaria y constante, pero mantengo mi ilusión viva»