Pablo TUÑÓN

Dicen los «Ilegales» en una canción que «el Norte está lleno de frío», pero los gijoneses parecen no estar de acuerdo. Las terrazas abiertas durante el invierno han proliferado en las calles tras la entrada en vigor de la ley Antitabaco hace un año. Y su notable éxito corrobora que hosteleros y clientes se encuentran a gusto con esta situación.

Leonel Rivero invirtió 24.000 euros en habilitar una terraza para los fumadores en un apéndice peatonal de la calle Caveda, junto al centro comercial Los Fresnos. Le ha ido bien en todos los sentidos. «El balance es muy positivo en cuanto a calidad de aire para empleados y clientes no fumadores, y todavía más positivo en cuanto a negocio. Apostamos por la terraza y hemos mantenido la clientela de fumadores agregando más clientela de no fumadores», asegura. La terraza de su cafetería, con calefacción y resguardada de viento y lluvia, tiene 40 metros cuadrados. «Ponemos 18 mesas en verano y 12 en invierno, pero hemos pecado de conservadores al no haberla hecho más grande», afirma Rivero, que también dice contar con la bendición de los vecinos. «Están muy conformes porque embellece y los mayores saben que hay gente en la terraza cuando llegan tarde a casa», explica.

Hernán Morán, dueño de la vinatería El Feudo, tuvo suerte, ya que la ley Antitabaco coincidió con el corte al tráfico de la calle de su local del barrio del Carmen y pudo instalar su terraza sin problemas. «Estamos contentos y no hemos notado que haya bajado la clientela con la ley, sobre todo en verano», explica Morán, cuyo espacio exterior está acondicionado con estufas para el invierno. «En esta época, aunque tenemos gente fuera, hay menos que en verano y los gastos e ingresos se equiparan algo más dado el coste de personal y permisos que conlleva la terraza», reconoce Morán. Eso sí, como muchas otras del barrio del Carmen, las noches de los fines de semana su terraza registra lleno absoluto. El café Capuccino, en la calle Corrida, cuenta desde hace varios años con terraza en verano, pero este año la abrió por primera vez en invierno para los fumadores. «Estamos mejor, porque aunque haya once grados la gente que quiere fumar sale fuera», asegura Carlota de Jesús, encargada del local, que prefiere que no se le de marcha atrás a la ley. «Prefiero que siga así porque si se puede fumar dentro, fuera no se va a sentar la gente», asegura.

Entre clientes y viandantes las terrazas invernales triunfan casi tanto como entre los hosteleros. «A mí me parece genial, porque no tengo que molestar a los demás cuando fumo. Es mejor para los niños y veo lógico salir fuera», señala Rosa Fernández mientras toma un café en una terraza de Begoña y su amiga Mónica Peláez asiente con la cabeza y con un pitillo en la mano. También están encantadas de su integración en el paisaje urbano. «Hacen que haya más ambiente y no molestan», señalan. Antonio Martín Blanco no es habitual de las terrazas en invierno pero las ve con buenos ojos. «Si la gente las usa me parece muy bien. Y parece que las usan para fumar», proclama a la vez que pasea entre terrazas de la calle Corrida. «Dan vida a la ciudad, quedan preciosas», opina Nuria Vega mientras toma chocolate con churros junto con su novio en la zona exterior de un café del centro. Gijón, en invierno, no está tan lleno de frío, sino más bien de terrazas y vida social.