C. JIMÉNEZ

Cooperación Científica Internacional. Ése ha sido el último logro del grupo de Genética del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida), con sede en Deva, metido de lleno en un proyecto que reúne a otros seis equipos científicos internacionales y que financiará la CORAF (el Consejo Africano para la Investigación y Desarrollo Agrario) y el Banco Mundial. Se trata de un trabajo que intenta luchar contra una de las enfermedades que representan el mayor obstáculo para el desarrollo de una ganadería sostenible en el África húmeda y subhúmeda, la tripanosomiasis. Esta afección, vinculada a la picadura de la mosca tsé-tsé que transmite en el hombre la enfermedad del sueño, se considera una de las causas más importantes del hambre y la pobreza en esta zona de África.

La tripanosomiasis tiene impactos económicos directos e indirectos en la producción de alimentos por parte del ganado: los directos, que se asocian a importantes descensos de su capacidad de producción de carne o leche y a altas tasas de mortalidad; y los indirectos, que se derivan del abandono de tierras pastables por la presencia de mosca tsé-tsé y de consecuencias negativas en el ecosistema como resultado del uso de insecticidas. Las agencias internacionales estiman las pérdidas económicas y sociales de las áreas infestadas por la mosca tsé-tsé en 50 billones de dólares.

Como aportación para intentar resolver estos problemas, la labor de los investigadores del Serida incluye análisis genéticos y estadísticos de 11 razas bovinas que rastrearán sus socios internacionales desde Burkina Faso a Malí y en zonas costeras de África. La comunidad científica trabaja, en este caso, desde una doble perspectiva: por un lado, la de generar conocimiento en el contexto de programas bilaterales con otros países y, por otro, el propósito social de contribuir a mejorar las condiciones del sector agroalimentario en el continente africano. Forman parte de este proyecto científicos del INERA (Institut de l'Environnement et de Recherches Agricoles) de Burkina Faso, al que pertenece el coordinador del proyecto, el doctor Amadou Traoré; INRAB (Institut National des Recherches Agricoles) de Benín; PROGBE-ILRI (Projet de Gestion du Bétail Endémique-International Livestock Research Institute) de Gambia y el CIRDES (Centre International de Recherche-Développement sur l'Elevage en Zone Subhumide) de Burkina Faso, además de la Universidad de Bamako (Malí).

«Existe una rareza biológica. El ganado bovino del oeste de África es tripanotolerante de forma natural», explica Félix Goyache, investigador del área de Genética y Reproducción Animal del Serida en el centro de biotecnología animal de Deva. Esto significa que la cabaña ganadera autóctona del oeste de África posee genes que le hacen capaz de resistir y producir en condiciones naturales de infestación de mosca tsé-tsé pero que no llegan a desarrollar la enfermedad.

Además de contar con esa «rareza biológica», son animales de muy pequeño tamaño, de escasa capacidad productora. Esas dos características -la tripanotolerancia y el pequeño tamaño- pueden ser expresiones diferentes que han evolucionado conjuntamente debido a lo duro del ecosistema en que se encuentran. En ese contexto y fruto del avance de la desertización del oeste de África desde los años 70 y el deseo de los ganaderos por incrementar el tamaño de las reses, se está favoreciendo en los últimos años el cruzamiento de los animales resistentes con el ganado cebú (bovinos con joroba), de origen asiático, que predomina en las regiones desérticas del Sahel, donde no existía la mosca tsé-tsé. El efecto de esa mixtura está provocando consecuencias negativas en las reses. Los cebúes, más productivos pero susceptibles a contraer la tripanosomiasis, se están cruzando con el bovino clásico. De ahí, indica Goyache, que preocupe entre la comunidad científica la pérdida de la respuesta tripanotolerante del bovino autóctono africano. «A pesar de su importancia, el ganado tripanotolerante del oeste de África se encuentra en peligro», relata el investigador del Serida. La evaluación del grado de «erosión genética» de estas poblaciones bovinas y la toma de decisiones para su preservación y aprovechamiento sostenible es lo que tratarán de resolver a lo largo de los tres próximos años que durará el proyecto.

Los seis centros de investigación implicados tratarán de establecer los patrones geográficos sobre la presencia de la tripanosomiasis bovina y el grado de penetración de genes cebús, realizando recomendaciones a ganaderos, gobiernos y agencias internacionales para el manejo y aprovechamiento sostenible del ganado bovino tripanotolerante. El área de Genética y Reproducción Animal del Serida consigue con este proyecto establecerse así en un segmento de la cooperación internacional científica de especial importancia a nivel mundial.

El conocimiento de las bases genéticas de la resistencia natural a los tripanosomas en la cabaña ganadera permitirá avanzar después en la lucha contra afecciones humanas tan graves como la enfermedad de Chagas (en América) o la enfermedad del sueño (en África), indica Goyache.

«Los estudios de tripanotolerancia bovina están muy en boga», apunta el investigador del Serida. No en vano, las tripanosomiasis representan en pleno siglo XXI «un problema mundial», a juicio de los investigadores. El continente africano, con una cabaña ganadera que se explota en condiciones naturales de infestación es, según los científicos, «un laboratorio vivo» para el estudio de esa realidad. «Para nosotros es muy interesante», relata Goyache, que trabaja junto a Isabel Álvarez en otro proyecto, financiado a través del Plan Nacional de Investigación. En este caso se trata de estudiar genes concretos (denominados quimiocinas) que se considera que pueden determinar la tripanotolerancia bovina. Este tipo de genes actúan de forma destacada en procesos inmunológicos y de resistencia a diversos tipos de cáncer en la especie humana.

Para ello, la Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, dependiente del Ministerio de Economía, ha concedido al grupo de Genética y Reproducción Animal del Serida, formado por los doctores Félix Goyache e Isabel Álvarez, una ayuda para la realización de este proyecto de investigación que pretende, aprovechando el esfuerzo de la iniciativa financiada por la CORAF, avanzar en la lucha contra esas patologías en humanos.