Una niña llamada Lucía tenía la habitación llena de cuentos pero nunca los leía, prefería la DS, la televisión o jugar con sus amigas. Su madre le decía que sólo tenía nueve años y que no podía pasarse todo el día así.

Un día decidió leer un cuento y le gustó tanto que pasó de no leer cuentos a no parar de leerlos y se olvidó de la DS, de la televisión y de sus amigas.

Ya ahora su madre le decía: «Nunca pensé que diría esto, pero? ¡deja de leer tantos cuentos!».

Pero Lucía le dijo que no la entendía. No leía y la reñía pero sin embargo leía y también la reñía. A la mañana siguiente Lucía se despertó y sólo se encontró con un cuento, los demás habían desaparecido. Pero el cuento era nuevo, lo miró y se titulaba «Cómo dejar de leer tantos cuentos para leer alguno». Lucía no lo leyó sino que preguntó a su madre que si había sido ella, y le dijo que sí.

Lucía lo leyó y ? ¡estaba escrito a mano! La madre creyó que le gustaba pero no fue suficiente para convencerla.

Llegó el sábado y llegó su padre. Su madre le contó el problema y el padre dijo: «Es muy fácil de solucionar, compraré una mascota y estará ocupada del animal y no tendrá tiempo de leer».

Su madre le regaló un perro y ya sólo se ocupaba de él.

Cuando empezó el colegio se llevó el perro en la mochila. Pero en medio de clase se puso ladrar y le pillaron. Llamaron a su casa y la madre se enfadó pero por lo menos se olvidó de los cuentos.

Lucía de Isidro Balbuena (9 años. Liceo-La Corolla)

Érase una vez un niño que soñaba con ir a Egipto. Se llamaba Edd y tenía nueve años. Un día le llevaron a Egipto a ver las pirámides. Nada más llegar entraron en una, pero sólo se podía ir por algunos lugares porque allí había zonas muy peligrosas. En ese momento Edd vio escapar a un ladrón con un sarcófago. Edd le hizo una zancadilla. El ladrón huyó corriendo de miedo pero? Edd no sabía dónde estaba. En ese momento, el sarcófago se abrió. ¡Había una momia moviéndose! Pero por suerte la momia era amistosa y me llevó hasta un sitio lleno de monedas de oro. Y me llevó hasta la salida. Tardamos horas y horas, pero por fin llegamos a la salida. Cuando llegamos la momia se echó atrás porque era mortal al sol, entonces tuvimos una idea: meterla en el sarcófago para llevarla al museo sin un rasguño. Al final la dejamos en el museo y volví con mis padres a Gijón. Y vimos el Sporting-Español. Aunque perdimos 1-2 ¡lo pasé genial!

Luis Rubiera Ruiz de Velasco (9 años. Colegio de la Asunción)

Una vez un niño se perdió en el bosque estaba jugando a la pelota. Se le cayó al río -no lo sabían- fue a buscarla entonces se perdió el niño, después como tardaba tanto fueron a buscarle no le encontraban el niño también les empezó a buscarles- él tampoco les encontraba- el niño tuvo suerte porque era leñador se hizo una casa con el hacha cogía fruta de los árboles adoptaba animales del bosque por ejemplo un lobo, una manada de ovejas y también a los caballos por fin se encontraron jugaron juntos y felices se lo contaron todo a la madre del niño que se perdió y se puso muy contenta al ver que no le pasaba nada malo y dejó libres a los animales.

Ignacio Serrano Herrero (7 años. Colegio Liceo)