Cinco años después de su muerte, Dioni Viña se mantiene de plena actualidad, desbordando espacios, como en aquellas Navidades en que al alimón con Chechu y desde la tribuna del Ateneo felicitaron las fiestas a una descomunal concurrencia que se vio morir de risa. O cuando presentaba un libro, y era preciso comparecer una hora antes del evento para ocupar sitio. Y en ese orden, anoche, el aniversario dejó pequeño el salón del Club LA NUEVA ESPAÑA. Al fondo del estrado, la pantalla exhibía una gran foto de Dioni Viña, y ante él los tribunos, seis. ¡Meca!, le oímos decir al contemplar tal congreso. Alfonso Peláez, Miguel Mingotes, Pachi Poncela, Miguel Escalada, David Viña y Luis Miguel Piñera.

Antes de las intervenciones, se le entregó a su viuda, Lola Aguado, por parte del Real Grupo Covadonga y de manos de su vicepresidenta, Ana Villanueva, una placa conmemorativa, y a su vez, LA NUEVA ESPAÑA selló la efeméride con una preciosa caseta, típica de la playa de San Lorenzo, elaborada en cerámica en los talleres de La Guía. Dioni Viña había nacido en Gijón en 1942 y falleció en febrero de 2007. Apasionado del deporte, en especial del baloncesto y el fútbol, periodista de éxito, autor de dos libros... Un parque en Ceares lleva su nombre, comentó Luis Miguel Piñera, antes de leer un fragmento de la necrológica que él mismo publicó en aquella fecha nefasta, y que terminaba diciendo: «Tanto figurón, tanto babayu, tanto torero..., ¿Por qué tuviste que marchar tú?».

Un vídeo nos trajo a escena a Dioni Viña, en una entrevista; su imagen se alternaba con comentarios de diversos personajes de Gijón, a propósito de su personalidad; Marcelo Palacios, Aquiles Tuero, Jaime Roca, Tini Areces... Luego, abrió plaza Alfonso Peláez con acertadas palabras llenas de añoranza, «a menudo, cuando voy a Casa Ataúlfo tengo la esperanza de encontrarlo allí, esperándome». Recordó los mejores momentos de su amistad, sus golpes de ingenio, sus divertidas extravagancias... «Llegó a tomar oricios de Casa Román estando de paciente en la Cruz Roja».

Miguel Mingotes dijo haber tratado poco a Dioni Viña, pero le gustaba mucho cómo escribía, «reflejaba muy bien el espíritu de Gijón», y añadió que su labor podría igualarse a las que, en otras especialidades, llevaron a cabo Evaristo Valle, Julián Ayesta o el mismo Jovellanos. Miguel Mingotes le dedicó dos versos. «Una plaza / mejor que un parque. / Una plaza en la vida eterna». El segundo, «lo escribí anoche, su título es "Lola"». «Dioni Viña / niño / y niña».

Por su parte, Pachi Poncela era incapaz de recordar cuándo conoció a Dioni Viña, «Lo conocí porque estaba ahí. Era Gijón, un monumento más». Como periodista, la definición fue genial, recordando el caso del suicida. Dioni abrazaba a la viuda entre grandes pesares y la mujer le contaba lo que ningún otro periodista conseguía averiguar. «Mis hermanos, periodistas, decían que era la madre que lo parió». Miguel Escalada hizo un divertido revuelto del francés de Ludi, de la amistad con Juan Ramón Pérez Las Clotas, y las confidencias a Fernando Canellada - «el Cane, como él decía»- y el manantial de la playa. «Manantial Dioni Viña». De agua dulce y descubierto por los de la gandayona.

La intervención más emotiva correspondió al hijo de Dioni Viña, David Viña. Recordó el funeral de su padre, las enormes pruebas de amistad recibidas. Sus éxitos, sus gustos, sus aficiones, sus alegrías merced al baloncesto. Su amor por el Grupo Covadonga, su charla inagotable, sus libros... «Lo sigo echando de menos; su vacío es imposible de llenar». Un breve concierto del Orfeón del Grupo Covadonga cerró el entrañable homenaje a un gijonés histórico.