Hace doce años conocí en persona, cuando fui invitado a formar parte de un grupo que de por sí justifica una vida, a Juan Ramón Pérez Las Clotas. De Juan Ramón, maestro de periodistas, gentleman en estado puro y erudito prohombre gijonés, tan sólo voy a decir, amén de que lu quise mucho, que fue un tertuliano irrepetible capaz de escuchar y de inocular, sin darte cuenta, riqueza intelectual en vena. Delicado de salud, los viernes le daba «el parte» (así lo llamaba él) de lo acontecido en la comida en el hotel Asturias y a cambio me regalaba un par de sabios y sabrosos comentarios y unas de esas espontáneas e inconfundibles y deliciosas carcajadas. Gijón, su querido Gijón, ha perdido a un ilustre personaje y a un hombre bueno al que jamás se le oyó hablar mal de nadie.

Juanra, amigo, «a uña de caballo», como te gustaba decir, te digo adiós y te despido, mirando al cielo, con el «salutem plurimam».

Descanse en paz.