Pablo TUÑÓN

Fueron tantos los que quisieron devolverle parte del cariño que les dio en vida que la iglesia de Fátima se quedó pequeña para despedir a José María Díaz Bardales. La explanada exterior del templo se llenó de vecinos, allegados y representantes del mundo político, sindical y cultural que acudieron al adiós del popular cura de La Calzada. «Lo quería todo el barrio y por eso hay tanta gente aquí», señalaba Celestino Urízar, un vecino que se quedó a las puertas del templo.

Algunos, como él, pretendían acceder al interior para presenciar el funeral. Misión imposible. Otros permanecieron fuera al no ser creyentes, pero querían estar presentes en homenaje a un párroco amigo de sus fieles y de los ateos. Había una amplia representación de la izquierda política, PSOE e Izquierda Unida, así como del mundo sindical. «Siempre colaboró dejándonos locales para reunirnos cuando estaba prohibido reunirse», recordaba Juan Manuel Martínez Morala, el famoso sindicalista, que acudió al funeral para «ser solidario con una persona que lo era».

En el exterior de la iglesia también estaba presente Nacho Prendes, candidato de UPyD a las elecciones autonómicas. «Nos dejó una huella que nos marcó. Vivió la historia de esta ciudad muy intensamente», señalaba.

También había representantes del mundo deportivo, como los entrenadores Ciriaco Cano y Ramiro Solís, quien conoció a Bardales como profesor de la Escuela de Entrenadores. «Era un profesor espectacular, cariñoso, afectuoso. Le gustaba mucho el fútbol y sabía mucho», señalaba Solís. A la vera del templo departían el ex concejal socialista Manuel Muruais, el arquitecto Díez Faixat y Luis Manuel Flórez, «Floro», presidente de Proyecto Hombre, a quien lo unía un fuerte vínculo con Bardales. «Cuando empezábamos nos dejaba la iglesia para encuentros con las familias y los grupos de terapia. Nunca le escuché un no, era una persona sencilla, optimista y de fe en Jesús, el de Nazaret», contaba Floro. No muy lejos de él se encontraba Eva Illán, concejala de Bienestar Social. «Ha sido un referente no sólo en La Calzada, sino en todo Gijón», manifestaba Illán en un exterior de la iglesia que aglutinó a multitud de personas, desde «boy scouts» hasta representantes del movimiento vecinal. La huella dejada por Bardales es mastodóntica.