La mañana del martes fue nefasta para mis sentimientos, y los de muchos de sus miles de amigos, ya que los periódicos, en sus ediciones digitales lo destacaban como noticia de última hora: se nos ha ido el bueno de Bardales. Va a hacer ahora dos años me atreví a escribir una columna en su favor en LNE (12-01-10), porque había notado cierta campaña de acoso contra él. No entendía cómo podía haber alguien que sintiera animadversión contra este modesto cura que supo ganarse la amistad y el aprecio de la mayoría de los gijoneses.

Son muchas las personas que sentirán el vacío que nos deja Chema Bardales, pero uno, desde su óptica de vecino de La Calzada, amigo personal desde la organización de los entrenadores en viejos tiempos, siente de verdad su pérdida. Su constante lucha contra la enfermedad le hacía sentirse más optimista a él que a nosotros mismos, que veíamos su deterioro físico día a día. Ahora podrá descansar en el cielo, junto a muchos amigos y mantener esas charlas tan amenas que sabía como nadie sustentar. Sobremanera con su gran amigo Tati Valdés, que le está esperando ansioso para recibirlo y poder comentar lo que sucede en el Real Sporting. Desde allá arriba cuida de nosotros, Chema, y gracias por todo. Ha sido un placer contar con tu amistad, dejas un vacío que será difícil de llenar y un inmenso dolor en todos tus amigos, porque Dios ha puesto el placer tan cerca del dolor que muchas veces se llora de alegría.