A. RUBIERA

El consejo escolar municipal se reúne hoy con el problema del absentismo escolar en el orden del día. Los integrantes del consejo, que preside Carlos Rubiera, habrán leído, para entonces, el último informe de evaluación sobre el estado de la cuestión, fruto del trabajo realizado el pasado curso por educadores y técnicos de Servicios Sociales del Ayuntamiento, que desde hace ocho años están involucrados en un proyecto de trabajo socioeducativo para poner remedio a un fenómeno «que empieza siendo un problema educativo, pero puede convertirse a medio o largo plazo en un problema social, con grave riesgo de exclusión para el menor», indican los expertos.

Los mismos técnicos, además, reconocen que ante la «complejidad» del fenómeno se valora como necesario dar continuidad a un proyecto que, aunque muy pequeño, algún fruto sí que podría estar dando. Y es que el pasado curso fueron tres casos menos (de un total de 72) de alumnos absentistas los que se registraron en las aulas de Primaria y Secundaria. La cifra más baja de los ocho años que dura el proyecto. Además de esa mínima mejoría, otros datos que se ven reflejados en el informe apuntan al incremento de casos en la Educación Primaria (un 10,5% más que el curso anterior), aunque eso no quita para que sea en Secundaria, y principalmente en el curso de primero de la ESO, donde más casos se registran. De hecho, la franja de edad de los 12-14 años y la de los 15-16 o más son las dos que concentran el 80% de los casos. Por sexos, hay un 2% más de niños absentistas que de niñas. Este año, además, el estudio presenta otra variación en cuanto al incremento de la relación del absentismo con el retraso escolar o lo que popularmente se conoce como «repetición de curso».

En cuanto al perfil de las familias a las que pertenecen los escolares que «piran clase» o hacen pellas de forma muy repetida, el estudio certifica que en más del 40% la edad del padre y de la madre ronda entre los 35 y los 44 años; además, la mitad de los casos (51%) la sufren niños de familias monoparentales, y constituidas por 3 o 4 miembros casi en el 60%. La relación de dichas familias con el empleo también es un signo de alerta, dado que el pasado año la comisión de seguimiento detectó que se incrementaban las situaciones de fragilidad socioeconómica entre las familias del alumnado absentista, tanto las de quienes respondían al perfil de «desempleados» como los de «empleo precario». De hecho, como problemáticas asociadas a la conducta absentista, este año pierde el primer lugar en la apreciación de la comisión la «desmotivación» escolar de los alumnos, para alcanzar un puesto prioritario la descripción de «problemáticas familiares» en esos niños.

El informe también destaca que el absentismo preocupa y ocupa a los centros educativos y a los Servicios Sociales, siendo muy elevado el número de actuaciones (comunicaciones escritas, telefónicas, entrevistas, visitas a domicilio...) que se llevan a cabo. Pero todo parece poco, porque lo que también queda claro en el informe es que la evolución de los casos de absentismo es «negativa» en un 45% de los casos, «incierta» en un 16% y positiva sólo en un 37%. Eso sí, es más positiva cuanto más jóvenes son los escolares y, mejor, si pertenecen a una familia extensa.

La comisión valora especialmente la colaboración de la Policía Local y también la intervención de la fiscalía en algún caso, «en cuanto que puede resultar una medida ejemplificante para las familias». Toda ayuda es poca.