Pablo TUÑÓN

Calculan que hay más de 13.000 leoneses en Gijón y, conocida la cifra, no extraña que la Casa de León en Asturias, en la gijonesa avenida de La Costa, se quede siempre pequeña para albergar el Festival del botillo -que va por su XXVI Edición-, y que ayer reunió a 135 comensales. «Preferimos hacer la comida en nuestra sede y sacrificamos un poco el aforo por hacerla en nuestra casa. Lamentablemente hemos tenido que decir que no a algunos que querían venir, dando prioridad a los socios», explica Santiago Álvarez Seara, presidente de la institución.

No faltaron personalidades. Desde León llegó Marcos Martínez Barazón, vicepresidente primero de la diputación leonesa. «Venir a Asturias para nosotros es como estar en casa. Es un placer hacer patria en esta tierra», proclamaba Martínez Barazón, que acudía a la cita por quinta vez. También asistieron autoridades locales: Rafael Felgueroso, teniente de alcalde del Ayuntamiento; Carlos Rubiera, concejal de Cultura; Pilar Fernández Pardo, concejala del PP; y José Ramón Tuero, edil socialista. Todos disfrutaron, junto al resto de comensales, de productos traídos directamente del Bierzo, desde cecina hasta pimientos y, cómo no, el botillo. Todo ello con David Fernández-Prada, periodista gastronómico, como mantenedor.

Tampoco faltaron los homenajeados, ambos socios de la Casa de León en Asturias. Se trata del matrimonio formado por Severiano Vidal Sutil y Ángela Sarmiento Francisco, naturales de la localidad leonesa de Laguna Dalga y asentados en Asturias desde hace 52 años. En el centro de Gijón establecieron sus negocios, hoy bastante populares: Calzados Vidal, Mavi y Boston. «De la patria chica no se puede renegar, pero estamos muy bien en Asturias», contaba Ángela Sarmiento. Su marido iba más allá. «Asturias es lo más guapo del mundo». Con tanto amor hacia el Principado no es de extrañar que recibiesen su homenaje en Gijón. «Nos lo harán porque ya somos viejos», bromeaba Severiano Vidal. Ambos fueron socios fundadores de la institución que ayer les homenajeó. Los 135 asistentes comieron y bebieron vino en fraternidad y permanecieron charlando hasta entrada la tarde. «Hemos tenido que sacar hasta las sillas de los despachos», comentaba Santiago Álvarez, el presidente de la Casa de León en Asturias. Pero no importa. Todo sea por mantener unida una institución que ya cuenta con 30 años de historia.