L. P.

«Hemos pasado de la pajarita, la chaquetilla inmaculada y la educación exquisita a abrir chapas de cualquier manera y hasta no tener quién te atienda». Los profesionales jubilados de la hostelería coinciden de forma unánime en criticar el «deterioro» del servicio en muchos casos, «aunque también hay establecimientos muy correctos con atención encantadora», puntualizan.

Pero los viejos tiempos, en que «admirábamos a aquellos camareros formados en el negocio desde pequeños con toda profesionalidad», parece que han pasado definitivamente.

«Hoy cualquiera abre un negocio, y lo cierto es que hay que valer y tener al cliente como la primera prioridad», afirman ahora que ven el sector «desde el otro lado».