Pablo TUÑÓN

Hubo un tiempo en que La Camocha se solidarizaba con sus trabajadores mineros. Ahora, ya no tienen mina, pero les ha quedado la solidaridad. La parroquia de Vega, como otras tantas, se ha sentido golpeada por la crisis y los vecinos han contestado arrimando el hombro para proporcionar alimento a unas 25 familias que viven situaciones desesperadas.

La asociación vecinal de Vega La Camocha, tras conocer la drástica situación de algunos residentes de la zona, decidió solicitar ayuda al Banco de Alimentos de Asturias. «Nos dimos cuenta de la situación precaria de algunas personas. Una vecina iba al mercado a pedir un hueso para el perro. Luego supimos que no tenía perro», cuenta Herminio Torre, presidente vecinal. Se pusieron en contacto con trabajadores sociales que les confirmaron las extremas situaciones que vivían algunos de la zona. Un vecino, Ángel Encinar, estableció en noviembre de 2011 el contacto con el Banco de Alimentos, cuyo presidente, Juan Núñez, vivió en La Camocha. A partir de ahí sellaron una colaboración: la fundación regional les envía una partida de comida no perecedera cada mes que ellos distribuyen entre vecinos necesitados. Estos tienen que cumplir con requisitos: estar empadronados en Vega, certificar el número de miembros que tiene la familia y no superar una cantidad de ingresos.

«Había gente que no quería dar a conocer su situación. Al encargarnos nosotros de la distribución, cada vez más nos han pedido ayuda al tener más confianza», cuenta Torre, que ha tenido el apoyo de toda la asociación, entre ellos, Joaquín Arias, secretario, y Bene García, que dedica horas con cariño a la distribución de los alimentos. La solicitud de ayudas en la parroquia ha ido aumentando con el tiempo ante el golpeo creciente de la situación económica. Tanto, que a principios de 2012, se vieron desbordados.

«No nos bastaba con lo que nos enviaba el Banco de Alimentos y tuvimos que pedir ayuda al colegio Jacinto Benavente. El director mandó una circular y en la recepción pusieron cajas para recoger alimentos», cuenta Torre. La campaña tuvo gran éxito, y con ayuda del colegio sacaron adelante los meses de enero y febrero. «Los vecinos están identificados con la causa y colaboran mucho. Una mujer de Caldones mató una ternera y nos cedió buena parte de ella», asegura el presidente vecinal. Aceite, leche, legumbres, yogures, pasta, chocolate, galletas... Algunas familias de Vega tienen una nevera y una despensa dignas gracias a la labor vecinal. Una solidaridad que responde a una necesidad, lamentablemente, cada vez más creciente.