Miriam SUÁREZ

Gijón tiene 13.368 edificios que superan los 35 años de antigüedad. De ellos, 6.399 ya han cumplido el medio siglo y deberían someterse a una inspección técnica antes de 2015. Eso es, al menos, lo que se desprende de la reglamentación asturiana en materia de ordenación del territorio y urbanismo, que pone en manos de los concejos la posibilidad de imponer a las comunidades de propietarios la elaboración de informes periódicos sobre el estado de sus inmuebles.

El asunto lleva desde hace algunos años en la agenda del Ayuntamiento gijonés, que en la anterior legislatura -con PSOE e IU en el gobierno municipal- ya anunciaba su intención de hacer obligatorias dichas revisiones. El estudio de Andrés Menéndez Alonso y José María Guitián Díaz, sucursal asturiana de la consultoría Cité (Calidad e Inspección Técnica de Edificios), se ha adelantado a los acontecimientos y, tomando como referencia datos del Instituto Nacional de Estadística, ha hecho su propio diagnóstico de la situación inmobiliaria del Principado. En concreto, de Gijón, Oviedo, Avilés, Mieres y Siero.

En el caso de Gijón, «hay que tener en cuenta que se trata de una ciudad costera con fuerte presencia industrial» y, por tanto, «la humedad, el salitre o las partículas sólidas son los principales problemas que presentan los edificios». En zonas como La Arena o El Humedal, con muchos edificios en edad madura, es de sobra conocido que «la mala calidad del terreno puede repercutir en la cimentación». Pero, según puntualizan los arquitectos Andrés Menéndez y José María Guitián, «por las circunstancias de Gijón también se podrían encontrar puntos flacos en edificios relativamente nuevos».

Para evitar males mayores, la legislación autonómica plantea revisar cada cinco años las edificaciones que tengan una antigüedad superior a los 35. Los informes deben estar acreditados por arquitectos, ingenieros o aparejadores. Su labor viene a ser como «la de un médico de cabecera», apunta Guitián. Aunque la salud que procuran es la de una construcción, definiendo las patologías que afectan a su estado de conservación y proponiendo las actuaciones necesarias para que mantenga las adecuadas condiciones de seguridad, salubridad, ornato y habitabilidad.

La información recabada por Cité revela que los edificios de entre 35 y 50 años representan el 39 por ciento del parque inmobiliario de la ciudad. Y un 36 por ciento ya rebasa esa horquilla. Aun así, Menéndez y Guitián no se muestran alarmistas: «No creemos que vayan a encontrarse problemas muy graves». Pero sí es conveniente, apostillan, «ir tomando medidas para que las patologías que hoy pueden ser asumibles -desde el punto de vista técnico y económico- no se conviertan en algo más serio».

Su estudio arquitectónico de la calle de Marqués de San Esteban lleva trabajando con la marca Cité desde el pasado mes de noviembre, haciendo de las inspecciones técnicas de edificios una línea de negocio que viene a cubrir el vacío dejado por la crisis en el sector de la construcción. Para ello, cuentan con la experiencia del ingeniero Andrés Menéndez Cima y, cuando es necesario, recurren también a la colaboración de varios aparejadores externos. «Elaboramos un informe sobre la salud del edificio, un libro de mantenimiento y un protocolo de actuaciones. Además, nos encargamos de las inspecciones periódicas de control y del seguimiento de las obras», explican.

Menéndez Alonso y Guitián Díaz ya han hecho una primera ronda de contactos con los administradores de fincas. Y algunas comunidades de vecinos ya están aplicando los tratamientos de mantenimiento preventivo que aconsejan la normativa, las administraciones y los técnicos. Aunque todavía queda mucho por hacer.