Se vivió con gran expectación en el Palacio de Justicia de Oviedo hace unos días el escrutinio del voto emigrante que dio al PSOE el escaño número 17, en detrimento de FAC. Entre las personas presentes en la sala habilitada, amén de los integrantes de la Junta Electoral del Principado de Asturias, se encontraban periodistas y representantes de las distintas formaciones políticas.

Hasta aquí todo normal. Los testimonios gráficos publicados, tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación tradicionales, permiten comprobar la gran emoción e interés de las personas asistentes, entre las que se hallaba en primera fila María Teresa Sánchez, gerente del teatro Jovellanos. Sorprendente.

¿Qué motivo llevó a la capital asturiana a la mano derecha del edil Carlos Rubiera? La ingenuidad podría llevarnos a pensar que su presencia en el escrutinio se debió a «razones profesionales», dado que lo acontecido en el Palacio de Justicia de Oviedo bien podría servir de inspiración a María Teresa para algún futuro espectáculo del teatro Jovellanos... Pero es obvio que no estaba allí por eso, sino que era su condición de representante de Foro Asturias ante la Junta Electoral la que llevó a la gerente a la capital asturiana. Suponemos que se encontraba en su tiempo de vacaciones o de asuntos propios, porque es evidente que su puesto de trabajo no tiene entre sus cometidos representar los intereses de FAC ante la Junta Electoral.

En principio no debería de haber nada de raro en este hecho: la militancia política es un derecho en una libertad consagrada por la Constitución. Lo realmente llamativo es que lo haga quien milita en un partido que proclamó hasta la saciedad «el fin de la política» y su sustitución por «profesionales». Aún resuena entre las cuatro paredes del salón de plenos del Ayuntamiento de Gijón el eco de las palabras pronunciadas por Carmen Moriyón en las que aseguraba que pretendía «recuperar a los funcionarios que muchas veces han sido sustituidos por cargos de confianza». Ya lo vemos.

Como ocurre con casi todas las palabras utilizadas por la alcaldesa Moriyón, de ellas únicamente queda el eco. La realidad, siempre tozuda, se ha encargado de poner en su sitio un discurso de pretendida regeneración política para enseñarnos su verdadera cara de restauración, de una política que nos lleva a tiempos que creíamos pasados.

El primer criterio que han utilizado FAC y Moriyón para designar puestos técnicos de confianza ha sido formar parte de la lista electoral de FAC. Por ejemplo, la trayectoria profesional de la actual gerente del teatro Jovellanos nada tiene que ver con la gestión cultural, pero ocupaba el número 24 en la candidatura de Carmen Moriyón a la Alcaldía de Gijón. Sin entrar en otras interpretaciones, parece evidente que no era válido cualquier perfil para acompañar al señor Rubiera en el proceso de destrucción cultural que ha llevado a la eliminación del Festival de Zarzuela «Ana María Iriarte», a la destitución de José Luis Cienfuegos al frente del Festival de Cine, a poner en solfa la «Semana negra» o a la desaparición del Festival de Gaitas de Gijón.

Pero no es el único caso. Regla Mock, incorporada como puesto de confianza en la Fundación Municipal de Servicios Sociales, era la número 10 de esa candidatura; Pelayo Barcia, nombrado director de la Agencia Local de Promoción Económica y Empleo, era el número 13; Jesús Martínez Salvador, actual director del Jardín Botánico, era el número 17; Elena Sevilla, asesora de la Alcaldía en Servicios Sociales, era la número 18; Jaime Vega, integrante de la nueva dirección del Festival de Cine, era el número 19; y Leticia García Monroy, ayudante de la Alcaldía, era suplente en la mencionada candidatura.

Los «no políticos» han demostrado su confianza en los funcionarios nombrando a integrantes de la candidatura de Foro Asturias y amigos en cargos de confianza. Y, por supuesto, que no es que pensemos que pertenecer a una formación política inhabilite a nadie para ocupar un puesto de confianza en la estructura municipal, pero se podría aplicar aquello de que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, y que quienes proclamaron la profesionalización rápidamente se transforman en entusiastas y eficaces comisarios políticos.

Éstos son los «no políticos» que, pese a ser minoritarios tanto en apoyo electoral como en concejales, se creen legitimados para iniciar una cruzada de liberación de la «contaminación roja» presente en la sociedad gijonesa.

Tal parece, y la presencia de María Teresa Sánchez en el recuento del voto emigrante es una muestra más, que el principal requisito que Moriyón ha utilizado para conformar su guardia pretoriana es la lealtad a un proyecto de calado personalista sustentado en la figura de quien da nombre al grupo de FAC, Francisco Álvarez-Cascos. Si es que ya lo decía quien llevó las riendas de este país antes de la entrada de la democracia, «haga usted como yo, no se meta en política»...