Los mercados son centuriones que flagelan las canillas de Rajoy y le empujan y zahieren con la cruz de un país a cuestas camino de un Gólgota que se antoja despeñadero. Como un nazareno barbudo y silabeante, el presidente del Gobierno parece ya, a los bien escasos meses de mandato, un equilibrista en la punta de un caperuz, caminando a pies juntillas sobre la cuerda de un cíngulo. Abajo, sólo el vacío, sin el colchón mullido de los miles de millones de euros que hay que ir abonando de los intereses de la deuda. Estamos en deuda con Europa y Europa se lo está cobrando a plazo fijo y en soberanía. En otro tiempo de vacas no tan flacas, hizo carrera un primo de Rajoy. Ahora al Presidente no le queda más pariente que una prima. Y es de riesgo.