Vicepresidente de Escuelas Católicas

J. MORÁN

El claretiano gijonés Manuel Tamargo Rodríguez (1960), fue profesor del Colegio Corazón de María desde 1995; director del centro desde 2001, y en 2004 fue destinado a Madrid para efectuar la unión de varias provincias de la orden Claretiana. Desde 2007 es provincial de la provincia de Santiago, que abarca gran parte de España (excepto País Vasco, Navarra, Cataluña, Extremadura, Andalucía y Canarias). Bajo su gobierno hay 300 claretianos y 40 centros educativos o pastorales. Es también vicepresidente de Escuelas Católicas, la principal patronal en la educación concertada. Ayer acudió a Gijón a la entrega del Sello Europeo de Calidad EFQM 400+ al Corazón de María.

-Recorte de 3.000 millones en educación, más alumnos por aula, más hora para el profesorado o la no obligatoriedad de impartir todos los bachilleratos ¿Cómo afecta esto a la concertada?

-Las medidas de recorte afectan fundamentalmente a colegios pequeños y con poca demanda. Por otro lado, el aumento de horas del profesorado afectará a la pública, ya que en la concertada los profesores ya dan 25 horas. Y la congelación de complementos salariales también afecta a la pública; nosotros ya teníamos pocos o ninguno. Ahora bien, nos favorece a los centros pequeños el no tener que ofertar dos bachilleratos porque reduces el gasto en horas lectivas. Los bachilleratos, no concertados, los tienes que cobrar a los padres y es fuente de pérdidas para los centros, si no compaginas bien ingresos con gastos. Antes había que tener grupos de optativas con pocos alumnos para poder tener los dos bachilleratos y ahora puedes concentrar alumnos.

-¿Y en los colegios no pequeños, como el Corazón de María?

-En un colegio grande y que tiene demanda, el aumento de alumnos en las aulas facilita que más familias puedan traer a sus hijos con nosotros. Pero en colegios pequeños, al juntar más alumnos en aulas que estaban justitas de alumnos, las puedes perder. Es decir, si antes, con 60 alumnos tenías tres aulas, ahora tendrás dos de 30 y pierdes la tercera. Y perder líneas no es bueno; es un perjuicio que nos quita la posibilidad de dar docencia. Y esto perjudica ciertamente a los centros públicos que tengan aulas con muy pocos alumnos, por ejemplo, en las zonas rurales, que ahora tendrán que reagruparse.

-Se dice que, en suma, la concertada está encantada con las nuevas medidas.

-No. El aumento de ratio, de número de alumnos por aula, puede suponer perder una línea por lo que antes explicaba. Y otro problema es que se pueda mermar la atención a la diversidad y a atender a los alumnos más personalmente. No es lo mismo atender a dos o tres alumnos con necesidades especiales en un grupo de 20 que hacerlo en un grupo de 30.

-¿Y la reforma de incrementar un año el Bachillerato a costa de un año de ESO?

-Ahí hemos peleado mucho. El PP ha realizado varias idas y venidas en este asunto. En el programa electoral hablaban de un Bachillerato de tres años, pero no decían si se ampliaba añadiendo un año más o acortando un año de la ESO. Fueron diciendo lo uno y lo otro, hasta que el ministro Wert explicó en el Congreso que serían tres más tres, es decir, tres de ESO y tres de Bachillerato. Y se nos encendieron todas las alarmas porque los colegios que terminan en la ESO y no tienen Bachillerato, y tienen que transformar ese último año en primero de Bachillerato, se encontrarán con que cualquier familia desearía que sus hijos realicen el Bachillerato entero en el mismo centro. Luego perderíamos en muchos colegios el cuarto de ESO. Por ello, calculamos una pérdida en la concertada de 40.000 alumnos.

-¿Soluciones?

-La escuela católica es el 80 por ciento de la educación concertada y nuestra organización, Escuelas Católicas, le ha dado muchas vueltas al problema, y después de varias reuniones con el Ministerio hemos conseguido conjurar ese peligro, que no sólo era nuestro, ya que suponía habilitar aulas en la enseñanza pública para los alumnos que tuvieran que dejar la concertada por ello. Total, eran más del mil millones de euros para la implantación del tres más tres. El PP se ha ido dando cuenta y no renuncia al tercer año de Bachillerato, pero dice que el cuarto de ESO será un curso de preparación, propedéutico, que seguirá siendo obligatorio. Tendrá contenidos de Bachillerato, pero que pertenecerán a la etapa obligatoria. Sobre todo esto todavía no hay nada escrito y no lo conoceremos hasta septiembre. Pero sí parece que el modelo que van a adoptar es el de transformar cuarto de ESO en una año de orientación con contenidos propios de Bachillerato y como cierre de la etapa obligatoria. El alumno decidirá al comenzar ese curso si después se irá a la Formación Profesional (FP) o al Bachillerato. Tenemos poco claros los contenidos de ese cuarto año y lo que pasaría si el alumno elige FP y después quiere cambiar a Bachillerato, o viceversa.

-Con todas estas reformas, ¿se irá a mejor o a peor?

-Estoy expectante y un poco escéptico. La reforma del PP, dicen ellos, es para paliar el fracaso escolar, pero será una medida más. El fracaso no se gesta en tercero o cuarto de la ESO, sino en Primaria. Las reformas tienen que comenzar a partir de los 6 años, estimulando las habilidades e inteligencia del alumno, o reforzando las troncales. Si no reformamos la educación desde abajo, esto nos va a quedar en nada.