Doctor en Psicología

R. GARCÍA

Ioseba Iraurgi Castillo, doctor en Psicología especialista en Psicología Clínica, ofreció ayer una conferencia titulada «Metodología y evaluación de resultados en trastornos adictivos: de la eficacia a la efectividad», dentro de las decimoctavas jornadas municipales sobre drogas de Gijón.

-En estas jornadas se habla de los 30 años de lucha contra las drogas. ¿Cómo ha evolucionado en estas décadas esta pelea?

-La lucha contra las drogas es una pelea constante a la que aún le queda mucho futuro. Hay muchos frentes de batalla que tienen que ver con las estrategias de prevención, los problemas médicos y las decisiones políticas. En el campo de los tratamientos del ámbito sanitario la ciencia ha avanzado mucho, por lo que se han ido incorporando a lo largo de los años muchas novedades terapéuticas que han demostrado su eficacia para la aplicación en determinados trastornos adictivos. A día de hoy contamos con un arsenal de técnicas terapéuticas que pueden ser utilizadas para el tratamiento de personas con problemas adictivos por lo que debemos esforzarnos en ver cuál de esas intervenciones se ajusta mejor a las necesidades de cada persona y de cada sustancia.

-En Gijón se ha vivido una gran polémica con la nueva ordenanza en la que se pretende prohibir el «botellón». ¿Está usted a favor?

-La estrategia de intervención es siempre política. Lo que nos dice la psicología social es que cuando a un adolescente se le plantea una prohibición lo que hace es ir hacia aquello que no se puede hacer por la etapa de rebeldía que está viviendo. No lo hace tanto por el hecho de la prohibición o por la sustancia en sí, sino por una posición contestataria con lo que les están imponiendo. Desde mi punto de vista la prohibición no es la solución; aunque hay que adoptar medidas restrictivas, no pueden ser algo impuesto, sino algo basado en la educación.

-La crisis ha influido en las políticas sanitarias que luchan contra las drogas...

-Ciertos recursos que estaban bien instaurados en la comunidad se están restringiendo, sobre todo en asistencia y prevención. No son programas rentables porque tienen efectos sólo a largo plazo. Todo lo que no dediquemos a la prevención aparecerá como una situación de adicción en el futuro. Lo que tendrían que hacer los políticos es escuchar más a los técnicos y tomar menos decisiones por cosas coyunturales.

-¿Qué droga preocupa más a día de hoy?

-A mí me preocupa mucho el alcohol porque está muy instaurado en la sociedad. No es malo que las personas beban de vez en cuando, pero preocupan las personas que pueden llegar a una dependencia. El alcohol vive con nosotros desde siempre y la tasa de personas que consumen se ha mantenido estable durante años. La cocaína tiene una imagen social que no corresponde con sus efectos, que son a largo plazo. Esta droga va a generar en unos años problemas mentales mucho más graves que los que generó en su día la heroína.