Desconozco el oficio de Alejandro Ortea, autor de la tribuna «Aquí también se abaten grandes piezas» -publicada el 17 de abril de 2012, en este periódico-, excepto su labor como técnico de sonido en una radio local -para la que no es conocida su formación-; una tarea que abandonó, por cierto hace más de quince años. Llama la atención, por tanto, su capacidad para evaluar la cualificación y capacitación de terceras personas, con un currículum vitae amplio, público y contrastable.

Tras abandonar los mandos del sonido y responsabilizarse de diversas tareas en la promoción de la «Semana negra», sin más méritos que los de arremeter día sí y día también contra la Autoridad Portuaria de Gijón desde una columna de opinión, fue rescatado (y, por tanto, acallado) al ser nombrado responsable de prensa de esta entidad, durante la presidencia del socialista Miguel Ángel Pesquera.

Tras su fulminante cese en el puerto de Gijón, producido al ser sustituido como presidente de la entidad el socialista señor Pesquera, Ortea acompañó a éste en su periplo por Cantabria, al ser nombrado consejero de Industria, Trabajo y Desarrollo Sostenible del Gobierno de la citada comunidad autónoma, en una particular ascensión que llevó al señor Ortea a ser director del gabinete del Consejero y a participar, además, en consejos de administración de entidades públicas -como la sociedad de Desarrollo de Cantabria (Sodercan)-, probablemente por su desconocida experiencia y conocimiento en las citadas materias.

A su regreso a Asturias -despojado del calor que le ofrecía el señor Pesquera, tras su destitución y trasvase a la Universidad de Cantabria-, viene arremetiendo una y otra vez contra la Autoridad Portuaria de Gijón, desde LA NUEVA ESPAÑA, sin reparo alguno; olvidando que existe un deber de justicia y de lealtad -e incluso de sigilo o, al menos, de respeto- hacia aquellas entidades en las que uno ha estado y cobrando una cifra, por cierto, nada reducida.